›«Ni me dirijas la palabra»‹

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Narrador omnisciente

—Diablos – el pelinegro soltó un quejido – déjalo así, Adha – la nombrada lo miró con franqueza mientras esté evitaba sostener su mirada.

— Calla – siguió con su trabajo – No entiendo cómo pudiste ser tan boca suelta – la vergüenza y arrepentimiento deslumbraba en el rostro del Slytherin – Esto sí que no va a ser fácil de arreglar, Sev – esta vez, le habló con sumo cuidado, esperando que ello no lo rompiera más de lo que ya estaba.

Nunca había aprendido a controlar su furia, el sentimiento de humillación tampoco era su fuerte y el miedo de quedar como un bueno para nada frente a las personas que consideraba importantes: fue lo que le hizo colapsar.

Ese estúpido e inútil "insulto" fue lo que derrumbó todo por lo que había luchado para estar con ella, con Lily. Soltó un quejido, sabía que Adha lo estaba haciendo con la más buena intención, pero no entendía porque lo curaba a la manera muggle y no a la mágica.

— Te mereces este pequeño lapsus de sufrimiento para que aprendas de tus errores y pienses en cómo solucionarlas – murmuró, mientras seguía pasando el pequeño pedazo de algodón por su rostro.

— Odio que leas mi mente tan sutilmente que ni lo noto – susurró, la pelinegra sonrió de lado negando con la cabeza.

— Hay veces que es fácil leer a las personas por su rostro y gestos Severus, no siempre la magia será la salvadora de todo, hasta las cosas más simples como desviar la vista hacia el algodón y alcohol son inicios de lo que puedes estar pensando – comentó al aire, dejando por fin el lugar con solo el sonido de la leña quemándose al ser parte de la chimenea.

En pleno silencio el pelinegro no podía parar de pensar en lo idiota que tuvo que haber sido en no saber controlarse en situaciones como esa, porque más le dolía a él ser el causante de que la persona que más alegría le trajo a su mundo ahora se encuentre en una desolada tristeza.

Mientras la pelinegra se sentía mal por no haber intervenido a tiempo para evitar aquello, se acercaban tiempos oscuros, y una ruptura de amistad como esta, era en estos casos, la causa de en qué bando estará cada uno.

— ¿Crees que ella...? – Severus calló abruptamente – Olvídalo, es una tontería.

— Preocuparte porque tu primer amiga te perdone no es una tontería Sev – recriminó Adhara – Y sí, lo hará, pero tendrá que pasar tiempo para ello. Ahora se encuentra dolida, sabes que ella tiene en mente que te estás juntando con cosas oscuras, y con esto que hiciste, se lo has confirmado.

— ¡Pero no es cierto! – se exaltó – No me he juntado con ellos, no me he unido a ellos solo por ella... – susurró lo último.

— ¿Y lo harás ahora que no está ella? – el silencio reinó de nuevo – Razona antes de actuar, piensa antes de elegir, no todo siempre depende de la persona a la que creías la indicada – sin decir más, con un movimiento de varita guardo la medicina muggle en su bolso – Si me necesitas, lo más seguro es que este o con Regulus o Paula. No hagas ninguna tontería en mi ausencia – le indico, mientras se despedía con un beso en su frente, como si de una madre despidiéndose de su hijo se tratara.

— Diría lo mismo – sonrió a medias, y de un solo portazo dado por su pelinegra amiga quedó solo.

No podía evitarlo, pero el odio que sentía más hacia ese grupito de leones había crecido por ser los causantes de haber perdido a su pelirroja, aunque él fue el que lo provocó.

Rendido calló a su cama, pensando y meditando todo lo que podría hacer para solucionar su más grande error.

— ¿Severus? – escuchó la voz de su compañero.

Blood Traitors (Sirius y tú) Blood Saga #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora