LIII

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Ellos no tienen mucho tiempo cuando los compromisos académicos los acechan. 

Jin es rápido una vez termina de ducharse, así que envuelve una toalla en su cintura lo mejor que puede y hace camino hasta el espejo del estante ubicado sobre el lavabo. Su mente no está particularmente interesada en seguir a fondo cada uno de sus movimientos autómatas, porque la rutina que ha establecido no requiere de grandes reflexiones ni cuestionamientos.

Frente al espejo, los vellos faciales de color castaño son eliminados gracias a la efectividad de la cuchilla y la experiencia que sus manos han adquirido con el paso de los años, a través de accidentes y heridas. El chico sigue siendo hábil cuando se deshace de la crema de afeitar, procurando ser cuidadoso en el proceso. Sabe qué sigue después de ello, sin embargo, cuando sus manos abren la puerta del estante para buscar el gel hidratante y continuar con su rutina, sus ojos se desvían del camino y se posan sobre un frasco abandonado que conoce bien.

Ya no hay inercia ni acciones repetidas. El omega se queda más tiempo del necesario observando el contenedor de pequeño tamaño en el que aún deben quedar algunas píldoras. Sus pensamientos lo estacan en las consecuencias pasadas, en los días de cansancio físico, de mareo constante y silencio aterrador.

No sabe qué sigue haciendo allí, pausando sus hábitos, pero la vista del objeto que fue tan familiar en meses anteriores lo hace sentir vacío y arrepentido de sí.

—El desayuno está listo.

La voz de Namjoon lo empuja fuera del pensamiento molesto, aunque no es suficiente para deshacer la sensación que emerge de manera tenue en el inicio de su pecho, y que se manifiesta a través de un murmullo suave y quejumbroso. Pese a ello, la presencia triste de su lobo no le impide continuar con la rutina y ocuparse de sus compromisos. Jin se viste con rapidez para abandonar la habitación y finalmente hacer camino hasta la cocina, en donde un alfa de cabello húmedo y traje negro le espera.

—¿Todo en orden? —cuestiona en su dirección. Su voz es cautelosa cuando formula la pregunta, pero la preocupación manifiesta en sus ojos lo delata.

La acción ajena es capaz de atenuar el malestar y brindarle calma a su lobo. Jin sonríe, con el afecto siendo revestido en su interior y toma asiento para comenzar a comer.

—Sí —murmura, —todo en orden.

Su respuesta no es convincente para el otro, quien no tiene intenciones de ignorar lo percibido hace algunos minutos. A pesar del tiempo en su contra y la constante presión en torno al cumplimiento de sus obligaciones, el hombre se sienta a su lado para imitar sus acciones, con una mano en su espalda que transforma la seguridad en algo tangible.

Después de ello, no hay tiempo para movimientos lentos ni para pacientes conversaciones, porque ambos se las arreglan para ordenar la cocina en tiempo récord y perfeccionar los últimos detalles de su apariencia. Una vez lo consiguen, abandonan el apartamento tan rápido como pueden para ocupar el automóvil y partir hacia la universidad con el mismo afán. No se recriminan por la hora, porque en el fondo, ambos saben que ver películas hasta altas horas de la noche antes de un día laboral nunca ha sido conveniente.

En la oficina y luego de su paso por la biblioteca para arreglar unos asuntos bibliográficos, ambos se dedican a trabajar en lo suyo. Jin se deja llevar por las tareas asignadas y su realización, concentrándose en cada uno de los detalles, sin dejar lugar al error. No se permite abandonar los pensamientos en torno a su labor, con el miedo constante de estancarse en el recuerdo de un frasco que representa mucho más de lo que alguna vez fueron sus efectos.

Es bastante probable que Namjoon pueda percibir la preocupación de su instinto y la reacción desagradablemente justificada que le suscita evocar dichos momentos de su vida, pero el hombre también debe cumplir con sus obligaciones y sus ojos no parecen tener intenciones de apartarse de la pantalla del portátil. Lo entiende y no espera que descuide su faceta profesional. Después de todo, ellos siguen estando en un espacio estrictamente académico y cualquier imprudencia podría ponerlos en aprietos.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora