XLV

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El piso ligeramente sucio del metro, con las huellas pertenecientes a los zapatos de las personas que suben y bajan de él le resulta extrañamente interesante. Jin se queda mucho tiempo con los ojos fijos en el piso, en los zapatos que se mueven, que se van y que llegan. No es algo que usualmente resulte llamativo por el carácter rutinario que ha impregnado dichas acciones, pero el chico no puede hacer otra cosa que ver hacia el suelo mientras piensa en su jornada.

Luego de un día ajetreado, dos exámenes anulados y su respectiva calificación en la oficina del señor Jung, Jin solo quiere llegar pronto. Es una suerte que el apartamento de Namjoon esté mucho más cerca a la universidad que el anterior, sin embargo, el omega aún debe tomar el metro para movilizarse.

Pese a que el recorrido es medianamente corto, se hace mucho más largo de lo que realmente es cuando los pensamientos del chico se elevan, lo sacan del metro, del suelo ligeramente sucio y de los diferentes tipos de calzado que ha visto entrar y salir.

No puede evitarlo.

Su mente está enredándose en un asunto de manera constante, como si quisiera hacerle saber que no planea dejar pasar desapercibidos los últimos sucesos y los sentimientos que parecen profundizarse con la más mínima cosa.

Jin ni siquiera ha tenido tiempo de pensarlo demasiado, de prepararse, de organizarse del modo correcto y de asumir el asunto con más racionalidad de la que le gustaría. Incluso ahora, en medio del transporte, el chico no logra hacer algo por discernir el inicio, la manera en que todo comenzó a gestarse.

No puede. Simplemente no puede hacerlo. Está atravesado por afectos y emociones que le impiden situarse en un espacio concreto, en una situación específica, en una acción puntual.

Solo sabe que está ahí. 

Lo siente cuando sus ojos siguen fijos en el piso y hay una sonrisa curvando sus labios espontáneamente. Está ahí: en la actitud más enérgica y confiada que ha asumido en su monitoria; en la fuerza que lo motiva a salir de la cama; en la ropa que parece estar más estrecha sobre su cuerpo; en sus uñas pulcramente limadas y la piel sana alrededor de sus dedos; y en la sensación de bienestar físico y emocional que se asentó en el lugar en donde antes no hubo espacio para algo más que desasosiego

El cambio drástico lo hace sentir extraño. Jin no cree haber sido capaz de atravesar tal transición entre lo doloroso y lo cómodo, pero es lo que es.

Son sus pies enfundados en el calzado elegante los que ahora deben moverse por el metro para salir. Una vez en las calles, bajo el color azulado de la tarde y con las personas apresuradas por cruzar la acera a su lado, el castaño se da cuenta de lo mucho que anhela llegar. No tiene nada que ver con la ducha que planea darse ni con la cama fresca y suave que lo espera. No está relacionado con el fin de su jornada laboral, con el descanso que seguro tomará al día siguiente.

Saluda formalmente a la recepcionista una vez está dentro del edificio. 

Los pisos y las paredes lujosas le resultan ajenas aún, extrañas a pesar de que ha pasado cerca de una semana desde que se volvieron parte del panorama cotidiano. El chico está esperando en el ascensor, con los ojos puestos en el espejo del espacio y con el corazón agitado bajo su pecho. La imagen que le devuelve el reflejo es la de un joven que está intentado arreglar los mechones rebeldes sobre su frente a pesar de estar notoriamente cansado.

Cuando el elevador se detiene en el piso indicado y sus suelas tocan el suelo brillante, Jin no puede evitar que su estómago sea invadido por una sensación de cosquilleo. Su mano encuentra el camino hasta el dispositivo de bloqueo para digitar la clave que Namjoon le enseñó y abrir la puerta del apartamento.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora