XXXV

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El mar luce basto y atemorizante frente a sus ojos en medio de un día caluroso y lleno de vigor. 

La vista del balcón de la suite le permite poseer el privilegio de contemplarlo, pero no lo hace feliz. En otra ocasión lo hubiera sido. Namjoon siempre ha amado el mar desde que tiene uso de la razón, más la desazón que lo invade, sumada al dolor constante en el pecho que parece agudizarse con cada día que pasa, se lo impide.

No lo soporta. La isla le resulta amenazante cuando contempla con tranquilidad las rocas que reciben los impactos de las olas, la flora que rodea el lugar y las pequeñas aves que sobrevuelan el paraíso turístico.

No quiere estar más en Jeju, pero teme ser grosero con Eun Soo. 

El hombre abarca con su mano la botella fría de cerveza que ha estado bebiendo en la última hora, contemplando la mitad del líquido aún dentro del recipiente. Toma un trago que resulta mucho más amargo que los demás y piensa en la omega. Ella debe estar ultimando detalles de la pasarela, de los vestuarios y del espectáculo en general.

A su lado, sobre una pequeña mesa caoba, reposa su celular dañado, el aparato que se ha negado a encender desde que partió de la ciudad. Espera que la compañía de telefonía ubicada en Jeju arreglé rápido el asunto y le envíe el nuevo celular que solicitó hace dos días desde el teléfono del hotel.

No es lo único, de todos modos. 

Estar allí también le hace extrañar Seúl y Namjoon es un ser humano suficientemente valiente para admitir eso. 

Echa de menos su apartamento espacioso y lujoso de divorciado. Echa de menos las clases, la cotidiana rutina en medio de la universidad, los pasillos abarrotados de estudiantes, el constante murmullo de conversaciones ajenas mezcladas entre sí. Echa de menos a Hoseok, a su falta de tacto para entrar a su oficina; a Yoongi y a su tranquilidad. También... Namjoon también extraña a Seok Jin.

Seok Jin.

El asunto en torno al chico lo hace sentir agobiado y triste. El hombre no dispone de recursos suficientes para enfrentar la situación, para arreglarla de algún modo. Ellos tuvieron sexo en medio de su celo, pero el alfa no puede pretender que toda la culpa recae sobre ese lado que le pertenece y que odia: sobre su su estúpido instinto. Sencillamente no puede hacerlo.

Confundido. 

Está comenzando a aceptar que toda la preocupación genuina que construyó frente al chico desbordó sus límites profesionales. El hombre no sabe en que momento la situación se le salió de las manos y comenzó a volverse personal.

Luego está Seok Jin son sus mejillas sonrosadas, su evidente timidez y el modo en que parecía confiar en él. También está la manera en que lo correspondió, en que encajaron juntos de manera autónoma y consensuada el día en su apartamento. 

Omitir el hecho de que ambos accedieron a tener sexo sería ingenuo. Es por eso por lo que necesita hablar con el omega, conocer lo que sucede por su cabeza y descubrir si ambos están o no en la misma página.

El alfa sabe que va a acoplarse a lo que decida el chico porque él le va a dar el poder de decidir sobre lo que sea que esté pasando entre ellos. Namjoon se acogerá y es todo. Sin embargo, pensar en ello le duele. 

La decisión de Seok Jin sobre distanciarse lo hiere, lo va a herir. El hombre no puede hacer a un lado lo que representó el chico, la costumbre que lo hizo adaptarse a su presencia. No puede olvidar eso. Le gustaría que ambos pudieran superarlo de manera madura, como adultos, sin tener que alejarse del otro.

Dios.

Namjoon incluso pensaba contratarlo de nuevo como monitor para el próximo semestre porque el desempeño del chico fue excelente, pero, sobre todo porque al hombre le gustaría tenerlo cerca como monitor o como lo que sea que el otro decida.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora