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Luego de limpiar cada esquina de su habitación, ocuparse del monto de ropa arrumada en la silla junto a la puerta, ordenar la sala y organizar el arrume de papeles del semestre pasado, Jin se siente satisfecho y especialmente sucio. La ropa holgada, que usa en ocasiones como esta, se ha tornado húmeda y pegajosa debido al sudor, así que el chico no lo piensa demasiado antes de deshacerse de ella y arrojarla a la cama sin delicadeza alguna.

Son las 4:00 de la tarde y aún no se ha bañado. 

No le molesta haberse demorado en hacerlo, porque después de todo, el único allí es él. De hecho, podría tardarse un poco más, pero hay una cena a la que debe asistir y quiere estar listo a tiempo. 

Ser consciente de que el señor Jung jamás mencionó una hora específica, le hace entender que es mejor estar listo en cuanto antes. Jin sabe que el omega puede aparecer en la puerta del apartamento en cualquier momento, sin previo aviso. Es una posibilidad bastante alta, por lo que no le dedica más pensamientos al asunto y se adentra en el cuarto de baño.

Se demora mucho más de lo usual, invirtiendo tiempo significativo a la tarea minuciosa de lavar su cabello y limpiar a detalle cada una de las zonas de su cuerpo. La lentitud del ritual restablece la comodidad y la seguridad a través del agua tibia que toca cada centímetro de piel y destensa los músculos. Es probable que nadie note que ha tallado con esmero sus brazos y piernas, pero el omega todavía tiene la sensación satisfactoria de haber dedicado valiosos minutos al autocuidado.

Con la confianza renovada y el cuerpo ligero, el castaño sale del cuarto de baño para decidir qué ponerse. Sus ojos se dirigen hacia la vista que las cortinas enrolladas le permiten obtener de la ciudad y observan el cielo poco uniforme, lleno de brochazos grises, unos más claros que otros. Está casi seguro de que la temperatura afuera es baja, así que acomoda su elección en torno a la suposición. 

Sin embargo, no se pone las prendas de inmediato. Sus pensamientos se elevan más allá de la vista, de las nubes esponjosas y manchadas. Se alejan de la habitación, de la ropa que yace en la cama y se asientan sobre el alfa de cabello rubio, aquel que lo besó en el aparcamiento esta mañana.

Los recuerdos lo retienen, lo embargan de sensaciones fantasmas que anhela rebrotar. Sus mejillas arden, se enrojecen con la misma rapidez y lo hacen sentir inocente, como el omega que fue hasta hace algunos años y que ya no es. La ausencia de ignorancia no mengua la agitación que se hace presente cuando enlaza al hombre al tema, al contrario, la exacerba. Sus latidos arremeten contra su garganta, atravesados por la fuerza de un pensamiento traidor que le impide olvidar la efervescencia de su deseo.

La desnudez de su cuerpo, antes desapercibida por la concentración depositada en la elección de ropa, cobra importancia cuando la idea de estar desnudo con otros fines lo sobreviene. La vulnerabilidad emocional que algo como eso representa, lo divide entre la cobardía y la ilusión. Sin ánimos de ahondar en sus temores, Jin se cubre con una camisa holgada y unos pantalones de algodón, que más tarde reemplazará por las prendas escogidas.

Con la concentración desviada y depositada en la futura cena, centra sus esfuerzos en arreglar la maraña rebelde de hebras castañas que es su cabello. Ocuparse de su cara también hace parte de lo que él considera una adecuada apariencia, así que el chico se esmera en hidratarla y mimarla durante un largo tiempo.

Cerca de las 6:30 de la tarde, la puerta del apartamento se abre. El omega todavía trae puesta la ropa holgada de casa, pero su cabello y rostro están listos. Hay algo sobre el regreso del hombre que lo orilla a salir de la habitación con una rapidez que le resulta vergonzosa y que no consigue atajar. 

El panorama que halla ante su descubrimiento es diferente al pensado, porque en la sala no solo está Namjoon, también hay otras dos personas que conoce bien.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora