XLIX

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Dar a conocer hasta la última calificación y quedar a paz y salvo con los y las estudiantes, es uno de los mayores alivios. Siempre. No tanto como dar por terminada alguna asignatura, pero sigue siendo reconfortante de diversas maneras.

El señor Jung está pronunciando algunas palabras de agradecimiento, que van acompañadas de una sonrisa genuina, de esa que siempre parece atravesar el gesto del omega mayor. Jin también emite un corto discurso antes de liberar a todos los presentes del curso intersemestral y dar por finalizada su labor allí.

La gente es amable cuando se despide de ambos y abandona el aula, dejando a su paso un conjunto de olores al que Jin no termina de acostumbrarse, que hace que su nariz pique por algunos segundos. 

—Por fin.

Es el señor Jung el que consigue emitir algunas palabras luego de que ellos quedan completamente solos en el espacio. El chico lo ve recoger sus cosas con una pesadez que le resulta agradable, con el agotamiento satisfactorio de quien ha logrado algún objetivo. Puede entenderlo, él se siente del mismo modo.

—Fue un pesado curso intersemestral —dice Jin tomando su maletín para copiar la acción del hombre.

—Lo fue —interviene el pelirrosa, para después sonreír en su dirección —Podría haber sido peor. Qué bueno que conté con tu ayuda, yo solo no hubiera podido.

El omega menor está negando con la cabeza antes de abandonar su asiento y ponerse de pie.

—Usted hizo la mayoría de las cosas.

Jin sabe lo que viene. Se hace consciente de ello luego de que pronuncia aquello. Puede saberlo por el modo en que el gesto del hombre se transforma en uno indignado y sus pasos avanzan hacía él, antecediendo el reproche.

—Tonterías. Fue trabajo en equipo —comenta el hombre para luego poner sus manos en los hombros de Jin. La acción no lo toma por sorpresa, al contrario, se siente familiar. Es lo que ha hecho la costumbre y el vínculo que han forjado—. Estoy inmensamente agradecido por tu labor, Seok Jin. Trabajar contigo siempre es maravilloso.

La rojez involuntaria que adquiere su rostro es algo que le gustaría ocultar, pero el hombre está lo suficientemente cerca y la nota rápidamente. No encuentra solución más viable que emitir una tímida sonrisa y dejar que las palabras de afecto lo invadan, que lo hagan sentir importante para el otro.

—Gracias, señor Jung.

—Merecemos un abrazo por este curso intersemestral.

El omega mayor es esbelto entre sus brazos cuando finalmente consigue acercarse lo suficiente para efectuar la muestra de afecto. Se siente suave en medio del tacto y cuando Jin aspira disimuladamente su cuerpo, el olor tenue de café se hace presente. Ser consciente del lugar de origen le hace darse cuenta de que ellos también están mucho más allá de una relación docente-monitor.

Porque ahora Jin considera al señor Jung su amigo.

—¿Sabes qué merecemos también? —pregunta el hombre cuando ellos consiguen separarse con sonrisas presentes—. Merecemos unos tragos. Paso por Namjoon y por ti a las siete.

—Yo-

—Nada de excusas, Seok Jin. Merecemos un descanso luego de este arduo curso.

No replica. No lo hace ni siquiera cuando el hombre desaparece del aula y lo deja completamente solo. Es una suerte que él haya aprendido a no contradecirlo. No se siente arrepentido de ello. Jin sabe lo agotador que puede resultar llevarle la contraria al pelirrosa.

La universidad luce desierta cuando camina por entre los pasillos y solo consigue vislumbrar algunas personas, pocas, a decir verdad. Los cursos intersemestrales ya no son excusa para estar allí, no cuando han finalizado. Como el del señor Jung, por ejemplo.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora