XLVI

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Desde niño, Jin aprendió a construir una postura poca amigable frente a los cumpleaños, sobre todo a los suyos. Rodeado de niñeras y de regalos costosos que jamás suplieron la presencia de las personas que debieron quererlo, el omega se alejó de la concepción alegre de tener un año más de vida.

En medio de los recuerdos tristes, de los días en los que el personal de la casa intentó mermar su tristeza y de los anhelos de pasar un día en compañía de aquellos que se hacían llamar sus padres, Jin se despierta decaído y con nulas energías para hacerle frente al día.

Su cabeza se siente pesada cuando logra dar una vuelta pequeña sobre la cama mullida y cálida. La habitación es oscura, pero sus ojos logran adaptarse luego de un rato. Son las 6:00 de la mañana para cuando el chico consigue ver la hora en su celular, que reposa sobre la mesita de noche. Aunque ss demasiado temprano para ser un día de descanso, los pensamientos inquietantes sobre su cumpleaños y las experiencias vividas le impiden quedarse a dormir un poco más. 

Jin se siente ahogado en las mantas tibias, en el espacio que es seguro y tranquilo.

De ese modo, el omega se ve obligado a abandonar la cama y hacer camino hasta el baño. Cuando consigue ponerse ropa, sale al pasillo para encontrar oscuridad también allí. Hay silencio en el resto de apartamento, así que asume que Namjoon no está. 

No hay música suave en la cocina, tampoco el aroma fuerte de su presencia ni sus conversaciones solitarias. Jin no está esperando algo en particular, pero la soledad del inmenso apartamento lo hace sentir peor. La puerta del alfa está cerrada cuando la observa antes de hacer camino hasta la sala.

Los recuerdos asociados al agobio le impiden sentir más allá de lo doloroso que fue enfrentarse a la crudeza de la indiferencia ajena desde niño. Jin se obliga a sí mismo a hacer algo decente de desayuno, pero la vista impecable de la cocina, del lavabo y de la estufa, lo hace sentir pequeño en un espacio que ha comenzado a tornarse propio. 

No tiene ganas de hacer algo en particular. No tiene ganas de algo, para ser honesto.

Afuera, la vista de la ciudad es ligeramente reconfortante. Los rayos tímidos del sol que comienza a ascender por el cielo iluminan su cara cuando se acerca al cristal de la ventana para vislumbrar el movimiento cotidiano de Seúl. Hay autos y personas cruzando aceras con afán, con la rapidez que caracteriza la vida en la ciudad. Se queda mucho más tiempo del que debería contemplando todo desde la altura del piso, con los ojos sobre el edificio del otro lado de la acera.

Es desalentador de maneras que no quiere explicar, pero cuando revisa el celular para observar la hora, no hay nada allí más que mensajes tontos sobre promociones de algunas tiendas. Así que Jin toma un gran respiro, para luego guardar su celular en el bolsillo de su pantalón y salir del apartamento.

El recorrido en el metro es aburrido. Esta vez no está observando zapatos ni huellas de mugre en el suelo del articulado. Sus ojos están en sus manos, en el papel desconocido que encontró en el bolsillo y que ahora está arrugando con total concentración. No quiere detenerse a pensar en las sensaciones que le evocan un día como hoy, pero están allí de algún modo.

Al menos el paso del tiempo le permitió aprender a lidiar con ello un poco. Las maneras que halló para hacerle frente no detuvieron la tristeza, sin embargo.

Jin espera que nadie se dé cuenta de lo fingido que resulta su comportamiento cuando al entrar a la universidad, se tropieza con un grupo de chicos que ven el curso extracurricular con el señor Jung. El omega se ve obligado a saludarlos, esperando que su trato sea cordial. Hay un alfa de cabello negro acercándose a él para consultarle algo sobre la entrega del trabajo final, así que se queda un rato explicando claramente los parámetros, pero con ganas internas de salir a correr a cualquier otro lugar del campus en donde pueda estar solo.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora