XLIII

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Namjoon tiene un lunar casi imperceptible bajo el labio inferior y hace presencia de manera más clara cuando la boca del hombre se hace estrecha, apretada. Eso suele suceder cada vez que el alfa sonríe, cuando está demasiado concentrado calificando o escribiendo algo en el computador. También tiene dos hoyuelos que florecen cada que gesticula demasiado, es decir, cuando quiere ser enfático con algo que considera de suma importancia. Sin embargo, a Jin le parecen mucho más atractivos en el momento en que son consecuencia de algo que hace al hombre feliz.

Su cabello siempre está en orden, con las finas hebras rubias acomodadas con cuidado hacia atrás y recortadas simétricamente en su nuca. Su nariz es pequeña para su rostro, pero armoniza bien con cada zona de su cara. Sostiene bien sus lentes, que están mucho más debajo de lo que deberían estar cuando el hombre olvida que debe subirlos y eso es la mayor parte del tiempo. Luego está su boca con el tono adecuado de suave rosa cálido, y con un grosor lo suficientemente llamativo para hacer pensar al omega sobre cómo se sentirá besarla.

El hombre es alto y amplio, con la contextura típica de un alfa. No es rudo, sin embargo. Jin jamás lo ha visto abandonar la delicadeza y elegancia que lo caracteriza, incluso en las cosas más pequeñas como digitar sobre el teclado o agarrar el vaso de café que suele tomar siempre que está trabajando en su oficina. Le gusta observar sus anchos hombros cuando mantiene una postura adecuada sobre la silla compañera del escritorio y cada vez que camina firmemente entre los pasillos, directo a las aulas o a la cafetería. A Jin también le resulta agradable el modo en que cada prenda de ropa que usa encaja perfectamente sobre su anatomía, sin importar que sea un traje de paño o una sencilla camisa blanca básica de algodón.

Después... después están sus manos. Sus manos que son cálidas al tacto, aunque solo las ha tocado un par de veces. También son bonitas y estéticas, con los dedos largos y la longitud precisa de uñas. A Jin le gusta que no haya nada más en ellas, salvo los pequeños vellos rubios desapercibidos que adornan la zona cerca a sus nudillos. Más arriba, cerca de la zona de la unión entre los dígitos, sobre las falanges proximales, sigue sin haber más que piel. No hay ninguno anillo. Nada.

El pensamiento se mantiene sobre las manos ajenas más de lo que le gustaría y se traslada de manera abrupta a evocaciones que no desea tener en medio del transporte público y rodeado de personas desconocidas. El castaño no puede evitar enrojecer cuando su mente traicionera trae al presente acciones puntuales que el hombre alguna vez desempeñó con sus manos.

A través del viaje en metro, rodeado de olores que se pierden y se confunden en el espacio reducido, el omega se da cuenta de que hay muchas cosas que le gustan del alfa. Sin embargo, el transporte está deteniéndose en su estación para obligarlo a espantar sus pensamientos y abrirse espacio entre la gente para salir. Se reprocha por perder la noción, pero sus pasos se mantienen tranquilos cuando está en la calle y la ciudad lo recibe de noche, con el ruido de bocinas y de personas moviéndose de un lado a otro.

Tiene calor debido al tiempo que pasó en el espacio cerrado, así que el chico remueve la bufanda de su cuello para comenzar a hacer camino hasta el supermercado en donde planea comprar col, té y jabón líquido. La noche le da confianza para exponer la piel de su cuello, esperando que la oscuridad le impida a alguien ver parte de la mordida que no alcanza a cubrir el suéter delgado que lleva puesto. 

Mientras camina hacia el lugar, el chico se hace consciente del abandono que han sufrido sus suéteres de cuello tortuga en el armario. Simplemente no ha tenido ganas de volver a llevarlos en el último tiempo y ha encontrado excusas vanas para respaldar el desuso a través de los días calurosos en Seúl, de la tela que ya no es de su agrado y de un supuesto cambio de estilo. 

En el fondo, el omega sabe que no se trata de eso.

Está cansado cuando debe caminar por los pasillos del establecimiento, esforzándose por recordar si debe comprar algo más. Su cuerpo duele debido a la larga jornada en la universidad, la sesión del señor Jung y la exhausta reunión que tuvo con el hombre para decidir algunas cosas con respecto a la calificación del parcial oral del curso. Jin anhela poder llegar a su apartamento para darse un baño de agua caliente, ponerse un pijama suave y acostarse a ver alguna serie. No desea cosas complicadas, no quiere planes extremos. Solo quiere la sencillez de lo que lo hace sentir satisfecho.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora