El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)

XIV

Incluso si las cosas no están del todo bien, al menos ha subido un poco de peso. Ha recuperado los kilos que perdió luego de haber tenido que distribuir su tiempo en tres trabajos, uno de ellos no remunerado. Podría estar mejor, pero el omega está feliz de tener un poco más de dinero del justo y una preocupación menos.

Está bien, al menos por ahora.

Jin tuvo clase en la mañana, pero debe estar en la oficina del señor Kim en un par de horas para consolidar algunas notas en la plataforma y revisar unos escritos. No se afana mucho cuando consigue guardar las cosas en su casillero de manera ordenada, tomándose algo de tiempo para poner algunos portafolios en orden de color. Es estúpido y pequeño, pero lo hace sentir mucho más tranquilo.

No dura mucho, sin embargo. Jin se hace consciente del olor del tomillo demasiado rápido. Ni siquiera debería estar ahí considerando que son las instalaciones de la universidad, pero el castaño sabe que se las ha arreglado para aparecer allí. Y sabe perfectamente que no ha venido únicamente a verlo a él.

Así que Jin respira profundo en medio del olor que no le resulta agradable, para luego darse la vuelta y enfrentar los ojos oscuros de Junghyung. El chico luce como cualquier universitario en medio del pasillo del piso, pero está lejos de serlo. A millones de wones de serlo, para ser más exacto.

—Sorpresa —murmura el alfa con una sonrisa ancha y brillante. A Jin le parece extraño encontrar que no hay ningún guardaespaldas junto a él, pero se obliga a omitir el hecho y responderle de la manera más natural posible.

Tiene ganas de ponerse a gritar, no solo de sorpresa, sino también de indignación. El omega ni siquiera puede sentirse seguro en un lugar como la universidad. En su universidad. Dios, ellos están invadiendo cada unos de sus espacios. A Jin no le resultaría extraño encontrarlo en su apartamento un día, luego de terminar su jornada laboral y académica.

Evita hablar sobre ello. De todos modos, no es como si tuviera muchas opciones.

—No me avisaste que estarías acá —menciona esperando que su voz suene segura.

—Porque es una sorpresa, Jin —dice esta vez más cerca, al borde de invadir su espacio personal—. Quería que mi presencia fuera una sorpresa para ti.

—Y lo es —interviene apresuradamente, evitando que el otro pueda llegar a sentir su incomodidad frente a su aparición. Eso solo le traería problemas—. Solo... no lo esperaba. Es todo.

Entonces el chico se torna enorme sobre él y lo deja en medio de su cuerpo y el casillero. El tomilllo se hace mucho más fuerte cuando se acerca, pero Jin no está haciendo nada para alejarlo. Deja que la mano cálida del alfa se pose sobre su mejilla, mientras el chico mira con descaro sus labios, y tal vez más abajo: sobre su cuello.

—Sé que no ha pasado mucho tiempo desde la última vez, pero tal vez te extraño más de lo que me gustaría admitir.

Mentira.

Jin quiere gritarle que se aleje, pero no lo hace. Incluso si tuviera la valentía, hay asuntos que son más grandes que él y le impiden hacerlo.

—¿Y tu trabajo? —pregunta interesado. Se niega a responder con reciprocidad cuando no existe tal cosa, al menos de su parte—. ¿Está bien que estés acá?

Entonces el chico sonríe risueñamente, sus dientes asomándose entre sus labios delgados y ligeramente teñidos de rojo. Lo hace sentir tonto con la pregunta tan pronto como esa sonrisa se estrecha para alcanzar su boca y depositar un beso en ella. Jin lo acepta, incluso si está avergonzado de tener que dar ese tipo de gestos en medio del pasillo de su universidad.

Cualquiera podría verlo...

—Salgamos de aquí y vayamos a comer —propone con la voz más grave. Jin sabe que no es una propuesta, está lejos de serlo incluso si el tono de voz que ha usado es dulce. Es una orden y el omega no está en condiciones de decir que no.