XI

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Jin está nervioso. 

El temblor en sus manos es ligeramente disimulado por los bolsillos de su pantalón. El frío del clima no tiene nada que ver con los escalofríos que lo recorren de manera incesante, persistente.

Su aspecto es mucho mejor que los demás días. El omega se ha esforzado al maquillarse y devolverle un poco de rubor a su palidez. También ha enfundado su cuerpo en ropa holgada esperando que la disminución de su peso no sea notoria. 

Tiene que recordarse que sin importar lo que suceda, él va a actuar de la mejor manera. Va a poner una sonrisa amable, hablará de la universidad, de su trabajo y fingirá que en medio de la tristeza que representa su vida, es feliz con lo que tiene.

Feliz con un horario agotador, con un insomnio persistente, con dinero a ras para gastar, con temor de no poder cubrir de manera eficiente sus necesidades y con una familia que no se preocupa por él más que para llevar a cabo sus planes empresariales.

En el lobby lujoso y con los ojos fijos en los brillantes pisos que reflejan a cada persona que pasa por el lugar, Jin piensa si está haciendo lo correcto, si vale la pena. No lo sabe. Al menos es mucho mejor de lo que tiene, de lo que posiblemente tendrá si decide otra cosa.

Está tragando saliva con fuerza cuando lo ve avanzar hasta donde él está. Con paso seguro y elegante, enfundando en ropa casual. Jin tiene que recordarse otra vez que no es mucho mayor que él, que incluso si está a punto de asumir la dirección del negocio familiar sigue siendo un muchacho. La sonrisa que surca sus labios es sincera, tal vez, demasiado sincera para su gusto. Le hace sentir nervioso, al borde del colapso. Como si no pudiese guardarse para sí mismo un rato, ocultar lo que es la mayor parte del tiempo cuando nadie lo está viendo.

—Jin. —Su voz es suave y sus ojos, los ojos que lo observan con detenimiento, son iguales a como lo han sido siempre. Le traen recuerdos que le gustaría apaciguar, lanzar al fondo de su memoria.

El omega se pone de pie frente al alfa. La sonrisa que emerge en su rostro no es la mejor que tiene, pero es aceptable. Se deja envolver en las manos abarcadoras, en el gesto íntimo que lo arrastra hasta el otro para encontrarlo en un beso corto que nunca corresponde. Debería ser incómodo. Debería serlo cuando no es deseado, pero no tiene opción. 

Todo en la escena, incluido el intrusivo aroma a tomillo que se ha quedado en su cuerpo, está fuera de su voluntad. 

—Junghyun. —Su voz suena menos insegura de lo esperado, así que es una pequeña victoria—. ¿Cómo estuvo el vuelo?

El alfa asiente con una sonrisa, que podría resultar encantadora bajo otra situación. Pero no lo es, al menos no para el castaño.

—Te lo contaré en la cena, ¿vamos? —pregunta amablemente. Su mano se queda estirada frente a Jin, justo a la altura de su estómago. El omega asiente del mismo modo para luego tomarla y entrelazar sus dedos con el alfa.

No está sorprendido de encontrar que hay una camioneta negra esperando fuera del hotel. Tampoco lo está cuando un hombre de casi dos metros de altura abre para ellos la puerta del vehículo e ingresan como si fuera normal. No lo es. Nada de lo que está sucediendo lo es en lo absoluto, pero Jin no puede hacer nada más que rogar porque el tiempo sea rápido y pueda regresar a su modesto apartamento en donde las facturas de los servicios se acumulan.

—¿Has estado bien? ¿Cómo va la universidad? —Correcto, un tema cómodo. El alfa no deja de mirarlo nunca. Su mirada profunda se clava intensamente en Jin, pero el chico se niega a dejar ver que le afecta, incluso si en el fondo está nervioso como la mierda.

—Bien —responde con una sonrisa que es todo, menos genuina—, la universidad es un poco pesada, ya sabes, por la carga académica.

Se niega a ampliar más el tema, como si esperara que el otro pregunte más a profundidad. Jin no quiere desperdiciar información, sabe que en algún punto de la noche puede quedarse sin aspectos de su vida sobre los que hablar y no quiere eso.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora