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Lidiar con su instinto es nuevo, del mismo modo en que ha sido lidiar con sentimientos que trascienden la frontera del capricho y la terquedad. Con Jungkook fue diferente, Jin lo sabe. Lo sabe mejor que nadie.

Sentado sobre el asiento copiloto, inmerso en un silencio que se ha extendido a lo largo del recorrido y con los latidos de su corazón acelerados, el omega se da cuenta de que las experiencias no tienen un punto de comparación justo. Negar que quiso al menor de los Jeon sería mentiroso de su parte, pero él sabe que lo que sucede con Namjoon lo ha situado en un terreno desconocido.

No gira en torno al carácter impositivo del destino, no. Jin ha sido testigo fiel de lo que ha hecho el tiempo con él en pocos meses, de cómo se las ha arreglado para tenerlo completamente envuelto, maleable ante los sentimientos que crecen sin piedad alguna y que lo han convertido en algo que no esperó ser.

Está bien con eso, a pesar de todo. Le gusta la persona que es, le gusta saber que está conviviendo de manera más amable con el lado que relegó por años gracias al alfa. Asimismo, le agrada la seguridad y tranquilidad que lo rodean cuando está junto a él, porque le permiten enfrentar los malos días en medio del caos que representa vivir, pero también olvidar aquellos que pertenecen a su pasado.

Después están los efectos corporales que lo atraviesan la mayor parte del tiempo y que se han asentado con familiaridad: manos sudorosas, pies inquietos, sonrisas constantes, latidos agitados, aletazos en el vientre... Todos orbitando el deseo reiterado de reconocimiento ajeno, de anhelo del otro. En torno a su voz, su mirada, su tacto, su reciprocidad...

Jin ha querido más de lo que ha obtenido. Lo quiso en días anteriores, cuando su lenguaje corporal fue evidente, pero constantemente ignorado. Lo quiere todavía, pese a la derrota asumida y los intentos extintos.

Encontrarse a escasos centímetros, con el hombre conduciendo el volante y la mirada fija en el semáforo, lo hace sentir anubarrado. Las palmas de sus manos pican debido al contacto obligatorio que ha establecido con su pantalón, sobre la tela que le resulta áspera en comparación de lo que quiere palpar. Sus ojos se desvían tímidamente para tropezar con el semblante serio del hombre, pero no les permite quedarse muchos segundos por miedo a ser atrapado.

La melodía del celular de Namjoon lo arrebata de sus reflexiones, se hace estruendosa a través del silencio y de las palabras que no ha dicho. No contesta, no lo hace.

El aparato debe estar en el bolsillo interno del blazer ajeno, pero permanece allí, vibrando y haciendo ruido. El castaño quiere preguntar, averiguar las razones del otro para no responder, pero no lo hace. No cuando el alfa apaga el celular con evidente molestia y extingue el sonido en el proceso.

Las facciones del hombre se endurecen mientras disminuye la velocidad para esperar el cambio del semáforo. Luce exasperado, incómodo en el traje negro y en su propio cuerpo.

Incluso de ese modo, Jin lo acepta y lo quiere.

La vista de la luz roja le hace desear algo más que esos cortos segundos. Quiere quedarse esperando el paso mucho más tiempo, porque eso le permitiría contemplar al hombre un poco más. Tal vez en esos minutos extra, podría permitirse ser valiente y romper con la distancia desesperante que han mantenido en la última semana.

Podría.

El automóvil arranca de nuevo, de vuelta al movimiento y al insoportable silencio. El omega vuelve sobre sus pasos y se embarca otra vez en sus pensamientos, en donde el afecto trae consigo alegría en lugar de tristeza.

Prefiere quedarse con la euforia, la adrenalina, el ímpetu, las sonrisas y las fantasmas caricias reconfortantes. Allí, en el mundo que ha construido para salvaguardarse de la acritud, las oportunidades son vigentes. Están listas para ser tomadas en caso de fallas ajenas y Jin quiere conservarlas como un recordatorio de que aún puede perdonar, pese a los daños pasados y el acecho de escepticismo. Pensar en ello es mejor que darse por vencido, aceptar que sus anhelos de reconocimiento no son tomados en cuenta y que todavía existe la posibilidad de ser el único sumergido.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora