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Observar el pequeño apartamento en el que ha vivido en los últimos años, sin el espacio suficiente para considerarlo un hogar "apropiado", siempre lo hace sentir decaído. Es una suerte que Jin cuente con una ventana justo arriba de su cama que le permite obtener una buena vista de parte de la ciudad de Seúl. Es lo único que lo anima un poco, aunque no debería ser de esa forma.

No alcanza a hacer algo apropiado para comer porque cuando abre su nevera para decidir preparar algo decente, halla que necesita hacer algunas compras con urgencia. De ese modo, el castaño alcanza a tomar una manzana ligeramente vieja del recipiente en donde suele poner las frutas y decide con desgano que esa será su primera comida. Revisa una última vez su reflejo en el espejo, no contento con los mechones desordenados que se niegan a acomodarse sobre su cabeza, y toma uno de los frascos que reposan sobre la cómoda.

Es muy probable que las píldoras apenas le duren algunos días, así que allí hay otra razón para sentirse desanimado. Jin intenta omitir el hecho tragándose una de ellas, sin importarle demasiado que no tenga agua a la mano para hacerla pasar de un modo mucho más fácil. Mientras la engulle, no puede evitar pensar en que necesita comprar más, no obstante, es consciente de que tampoco cuenta con el dinero suficiente para hacerlo. El asunto lo amarga más de lo que le gustaría admitir. Sobre todo, porque él va a tener que fingir más tarde algo de amabilidad cuando tenga que llamar.

El reloj de su muñeca marca las 6:00 de la mañana, así que toma su celular arrancándolo con tosquedad del cargador, para meter ambos objetos en su maletín, sin olvidar el frasco de píldoras, y sale del apartamento.

Una vez en la universidad, Jin corre por los pasillos, maldiciendo por lo bajo y deseando no llegar tarde a la sesión. Sin embargo, cuando arriba, se percata de que no hay nada de que preocuparse, porque allí tan solo hay 5 estudiantes. El omega hace una reverencia respetuosa hacia las personas sentadas en los pupitres y se dirige al hombre de cabello rosa que lo espera junto al tablero.

También es una suerte que el señor Jung sea comprensivo. Jin sabe que, como monitor del hombre debe procurar llegar a tiempo para abrir el aula en compañía del docente.

—Buenos días, señor Jung —saluda formalmente, haciendo una reverencia que espera sea lo suficientemente inclinada para hacerle entender que es su modo de disculparse por no llegar antes— Lo siento.

—Buenos días, Jin —saluda el otro con una sonrisa cálida. El chico solo puede pensar en lo fresco y atractivo que luce, incluso sin son las 7:00 de la mañana—. No te preocupes, esperemos 10 minutos más para tomar asistencia.

El castaño asiente, antes de tomar asiento en uno de los pupitres más cercanos al escritorio del profesor. El señor Jung no dice nada más, así que Jin se dedica a observar al hombre mientras este ordena algunos papeles de su portafolio y saca un portátil de su maletín para proyectar la presentación de la clase.

Mientras los demás estudiantes llegan, Jin no puede evitar pensar en lo afortunado que es por trabajar al lado de un omega tan comprensivo e inteligente como el señor Jung. Sabe de docentes que no tratan de la manera más adecuada a sus monitores, así que Jin no sabe qué sería de él si el señor Jung fuese un completo tirano. De todos modos, no es como si ese hecho hiciese que planteara la decisión de abandonar su cargo. El dinero que recibe como pago por su monitoria no es algo que pueda rechazar sin importar que tenga que trabajar para un completo idiota.

Cuando el salón tiene una asistencia significativa, el chico saca una hoja con un formato en ella para tomar asistencia. Los ojos de los diferentes estudiantes se posan en él durante el proceso, logrando ponerlo ligeramente ansioso sobre su aspecto. Jin espera estar luciendo lo suficientemente impecable y serio con su suéter negro de cuello tortuga y sus mechones rebeldes sobre su frente.

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora