XXIV

2.5K 415 145
                                    

La brisa matutina de la mañana que se cuela por el pequeño espacio de la ventana y la música tranquila, sin voz alguna, que sale de los parlantes del auto, lo hace sentir renovado y feliz de comenzar un nuevo día.  Sin embargo, el omega aún necesita una taza de café, de café cargado. 

Hoseok siempre ha sido una persona de canciones que pueda cantar, pero Yoongi no lo es. Ellos han establecido unos horarios tontos sobre la música que se reproduce al interior del automóvil: el alfa se encarga de la del recorrido de la mañana, rumbo a la universidad; mientras que el omega tiene el tiempo de regreso a casa para poder escuchar la música que le gusta, y que por su puesto, puede cantar.

—Creo que me hizo un poco mal la avena —refunfuña el pelirrosa, sobando suavemente su vientre, ahora víctima de la indigestión—. Me duele el estómago.

—¿Quieres que pasemos por la farmacia para comprar algo? —cuestiona el pelinegro sin apartar sus ojos de la carretera. 

Hoseok asiente, incluso si el otro no lo está viendo y ellos desvían su camino habitual a la universidad para comprar algo que reduzca su hinchazón.

—¿Vamos tarde? —cuestiona Yoongi, pero su voz no revela preocupación. Ambos están de vuelta en el auto, de camino a la universidad.

—No —responde el pelirrosa observando la hora en su celular—. Estamos a tiempo. No te preocupes.

La música vuelve a invadir el cómodo silencio, mientras Hoseok deja volar su mente a través de los últimos sucesos. El omega es precavido cuando intenta mantener bajo control las emociones que le suscita pensar en Jin, en el modo en que el chico tuvo que pasar su celo, pero sobre todo, en el sorpresivo hecho de haber descubierto que fue marcado. 

El pelirrosa se mantiene tranquilo, tratando de no agudizar las emociones por temor a que el alfa a su lado descubra algo. Podría sentirlo, incluso si no le ha dicho nada del tema. Hoseok sabe que Yoongi podría preocuparse por su estado de ánimo, así que las mantiene bajo control tanto como puede, buscando distraer su mente en otros asuntos.

Ellos han ingreso a la universidad por la entrada vehicular para luego dejar el automóvil en el parking subterráneo del edificio más cercano a la facultad. Al omega jamás le han gustado los subterráneos, ni su temperatura elevada, pero de ese modo, ellos evitan el riesgo de que su relación sea evidente ante los ojos de las demás personas de la universidad.

—¿Te sientes mejor? —pregunta el alfa, mientras se asegura de que el pitido del auto indique que ha quedado bloqueado.

—Sí —asiente con la cabeza para sonreírle dulcemente cuando detecta la mirada de preocupación en el hombre—, pero quiero un café cargado.

Ellos se quedan en silencio algunos segundos mientras toman el ascensor del subterráneo para ascender al primer piso del edificio. Solo están los dos y eso es bueno.

—¿Estás sugiriendo algo en específico? —pregunta de nuevo el pelinegro con una sonrisa que Hoseok conoce bien, así que el pelirrosa se encarga de darle un pequeño golpe en el brazo antes de corresponder la sonrisa del mismo modo.

—Quiero un café de verdad, en una taza —explica, a pesar de que no necesita hacerlo. 

Yoongi sigue sonriendo del mismo modo, pero sus ojos están fijos en las puertas del ascensor. En el primer piso, la actividad diaria ya ha comenzado a desarrollarse. Ellos solo tienen que salir del edificio, caminar un poco a través del campus, para finalmente llegar a la facultad. 

Como todos los días, el alfa se quedará en el tercer piso, mientras que Hoseok avanzará hasta el quinto, sin embargo, es probable que Yoongi piense otra cosa hoy. 

El amor es el silencio más fino - Namjin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora