Hicimos dos veces el amor y nos rendimos al sueño entre suspiros.
Una mañana nueva, nos duchamos juntos en mi ridículo plato de ducha. Dice que le gusta, no, que le encanta, ya que para caber los dos a la vez no tiene más remedio que hacerme el amor mientras nos cae el agua encima. Jamás escuché una excusa tan ridícula, pero me vale.
Por la noche volveremos a vernos en mi piso. Me fascina su cercanía y la familiaridad con la que me trata. Hemos acordado que los días de diario viviremos aquí y los fines de semana en su habitación y como mucho en su jardín. Dice que no nos hace falta más en la vida.
Cojo el coche para volver a la comisaria mientras sonrío por las palabras tan tiernas que suelta un hombre tan serio como él.
¿Cómo es posible que detrás de esa fachada imperturbable sea tan cariñoso y esté tan loco?
—Tomás —nombro a mi amigo tras media hora de trabajo.
Por fin me mandaron los historiales de los bebés nacidos en 2003 de tres hospitales. Los imprimí y ahora voy a dedicarme al exhaustivo punteo de registro por registro, pero antes necesito desahogar mi felicidad, no lo aguanto.
—Dime, Leti. —Está concentrado en la pantalla del ordenador. Teclea algo.
Silencio.
No me atrevo a contárselo.
Acabo de arrepentirme.
—Tomás —lo vuelvo a mencionar diez minutos más tarde.
—¿Sí? —Me observa con curiosidad y deja de teclear. Tras un minuto mirándome, desiste ante el incesante silencio de mis labios y vuelve a concentrarse en su trabajo.
Miro emocionada el anillo precioso y brillante que luce en mi dedo, pero amordazo la ilusión que corroe mi cuerpo porque Tomás no me entenderá. No sabe la magnitud de mis sentimientos. Sembrará en mí la duda y el miedo de que nada de esto es real.
—Leti, soy tu amigo, así que me puedes contar lo que quieras —concluye tras mi silencio.
—Gracias, Tomás. —Me mezclo con los miles de destellos que desprende el diamante tras colocar la mano en mi regazo.
Prefiero reservar mi felicidad. No quiero que nada la enturbie.
Durante toda la mañana reviso los historiales solicitados que recibí de los hospitales por correo. Busco, busco, rebusco, pero no figura nadie que haya dado a luz bajo el nombre de Jazmín en 2003. Suspiro agotada, pero no me rindo. Ese registro debe existir en algún lado.
—Leticia —levanto la mirada y veo a Arturo en frente de mi mesa con un aire severo en su rostro—, necesito que sigas ordenando y archivando los expedientes.
—Arturo, no. —Contengo la soberbia de mi voz y el estremecimiento de mi cuerpo—. No me hagas esto hoy. Necesito tiempo para seguir investigando el caso de Jazmín para prepararte el informe. ¡¿No te acuerdas?! —pregunto indignada.
—Lo lamento, Leticia —dice con seriedad—, pero nos han quitado el caso —declara rotundo—. Lo han trasladado a otra sucursal, lo siento. —Finge aflicción, pero es un malísimo actor—. Ayer no quise decírtelo porque estuve negociándolo con ellos hasta el último momento. Es por eso que quiero que sigas en archivo hasta que nos asignen un nuevo caso que necesitemos de tu ayuda.
«¿Qué? ¿Cómo?».
La ira hierve en mi sistema. Tenso la mandíbula hasta el dolor. Que me quiten el caso es lo peor que me puede pasar. Solo tengo ganas de chillar e incluso de llorar.
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...