LXII
Cada día a la misma hora, a las seis de la mañana, he recibido un nuevo mensaje por vía email de procedencia anónima.
¿Cuándo piensas decírmelo?
Primero lo ignoré. Ilusa, no podía imaginar que se tratase de un mensaje personal y mal intencionado.
Averigüe tu secreto.
Sin embargo lo negué en mi interior una y mil veces, es imposible que sea él y que se refiera a mi bebé y a mí. Era imposible, Fernando no es así. Fernando es el autor de ocho maravillosas cartas de amor descárnales y abrasadoras.
¿Qué quieres conseguir escondiéndolo como lo haces?
No, no, Dios, no es imposible... Fernando compone música y poesía, y aceptó ingresar a la cárcel reconociendo cada una de sus delitos y pecados en frente del mundo. Tampoco es su estilo, él no me mandaría mensajes, él me lo exigiría en persona de frente ¿o no?
Lo quieres solo para ti. ¿También quieres arrebatármelo?
Contesté todos y cada uno de esos escuetos mensajes a la dirección del email del remitente dirigiéndome a él directamente. Les dije en ellos que sí que necesitábamos hablar, que sí tengo cosas que contarle que por falta de fuerzas y valentía al día de hoy no había sido capaz de hacerlo, que me perdonara y que cesase de enviarme ambiguos mensajes, que nos viéramos de frente... Pero sus mensajes han continuado completamente sordos a mis palabras. Fue el momento que los comuniqué a la comisaria bajo una explícita denuncia.
¿Qué esperas para dármelo? Lo quiero. Es mío y solo mío. Tú ya perdiste tu oportunidad cuando no fuiste capaz de cuidar a Mateo y lo ingresaste en aquél infernal lugar.
Estoy sentada en el suelo con la espalda contra la pared, trémula de pies a cabeza, con mi bebé entre los brazos sin saber qué debo hacer.
Mis huesos pululan debajo de mi piel.
¿También quieres matarlo? No voy a permitirlo, voy a ir a por él.
Me levanto de un salto aún con mi bebé entre los brazos, me dirijo al ordenador y leo por milésima vez los dos últimos correos recibidos llenos de odio y amenaza, que me acreditan sin atisbo de dudas que es él. Mi estado catatónico a cada segundo empeora.
El miedo más absoluto y terrible devora mi ser al releer sobre todo el último mensaje recibido hoy mismo, hace solo veinte minutos, cuando el reloj marcó las seis de la mañana.
Tomás ha puesto vigilancia en mi piso durante 24 horas desde hace dos días. Rastrean la procedencia de los correos y la dirección IP. El perfil de la cuenta es falso y los datos que aparecen en el titular no corresponden a nadie real, son inventados. Hoy día es muy fácil crear un correo electrónico con datos falsos y deshacerse del número del teléfono móvil vinculado. Por lo tanto, intentan localizar la IP para saber desde qué ordenador fueron emitidos.
Llamo de nuevo a la comisaria, pero mi compañero del departamento encargado de las denuncias cibernéticas insiste en que necesita más tiempo para rastrear el origen. Siento cómo el aire se agota, cómo la falta de oxígeno estrecha incansablemente las paredes de mi dormitorio. No puedo respirar al saber que Fernando Montesinos me va a quitar a mi bebé a la fuerzas y vuelve a culparme de la muerte de Mateo.
Es él, no puede ser otra persona. Se refiere a mi bebé, que también es suyo, y, asimismo, habla de Mateo al referirse que también quiero matarlo. Lo mensajes lo dicen todo muy claro, con demasiada nitidez. Se enteró de su existencia antes de lo previsto. Iba a decírselo, solo buscaba el momento y las fuerzas, pero él ahora más que nunca quiere arrebatármelo porque sigue odiándome y porque sigue culpándome.
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...