-Necesito hablar con Daniela, necesito terminar con todo esto de una vez por todas -suplico desesperada a su mirada-. ¡¿Daniela?! -vuelvo a preguntarles a todos. A continuación, lo miro a él-. Por favor, necesito hablar con ella -le pido inerte ante sus ojos.Cierra los ojos consternado y aprieta su mandíbula, reteniendo en su rostro ¿dolor? Al abrirlos, me coge de la mano y me lleva al jardín.
La veo de lejos en un banco de piedra abanicándose.
Emana poder y arrogancia con ese semblante y efluvio de superioridad que me pone enferma.
Tenso mis dedos para deshacerme del agarre de la mano de Fernando. Se resiste. «¿Por qué?». No obstante, lo consigo con esfuerzo y alzo el paso hacia Daniela.
Tomo el último impulso porque mi cuerpo está devastado y mi alma ha expirado. Soy un zombi sin espíritu que quiere mover su última pieza para poder rendirse y salir corriendo del infierno en el que me encuentro donde yo misma me he enterrado.
-Leticia -me llama a solo tres metros de él. Me giro con levedad y mantengo mi perfil por encima del hombro-, no voy a permitir que te separes de mí. Olvídate de eso, porque no lo voy a permitir.
Lo ignoro.
-¿Puedo hablar contigo? -le cuestiono a Daniela frente a su cuerpo sentado, frente a sus infinitas y perfectas piernas cruzadas.
Levanta con pesadez su rostro hacia mí y sus ojos se emborrachan por el fastidio que le supone dirigirme la mirada y la palabra.
-Te lo ruego. -Sueno desesperada, como lo estoy.
Bufa y gira la cabeza con desaprobación.
-¡Habla! -exclama y mira hacia un lateral-. Di lo que quieras, nadie te lo impide. No voy a taparme los oídos.
-Daniela -respiro-, sé que no soy santo de tu devoción.
-Impresionante... -Voltea sus ojos al cielo y después me observa-. ¿Has llegado tú sola a esa conclusión? -inquiere sardónica y vuelve a perder su vista en el paisaje.
Le divierte ignorarme.
«Imbécil».
-De acuerdo -aprieto mis dientes-, seré concisa. -Tomo impulso. Todo debe ser creíble. «Dios, por favor, dame fuerzas para lo que estoy a punto de hacer y decir»-. Daniela, mi amo me ha confesado que estoy muy lejos de darle lo que él necesita y que esperaba mucho más de mí. -Trago con dureza y quiebro mi voz-. Sé que terminará dejándome.
El dolor se dibuja en mis ojos y los humedece. Esas palabras no son verdad, pero yo las siento así porque no quiero volver a verlo jamás, al igual que a ella, al igual que a este bochornoso y aberrante lugar.
Su cara se ilumina y sus ojos brillan.
Por fin capto su atención.
-¿Y? -Está divertida-. ¿A mí qué me cuentas? ¿Qué tengo que ver yo con eso? -Su tono se tercia chulesco y desconfiado. Cruza sus brazos debajo del pecho. Cada vez el disfrute se dibuja con más nitidez en sus ojos.
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...