CAPÍTULO 52

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Junio de 2007

Mi querido ángel:

Perdóname por haberte vigilado día tras día esperando apuntar el fusil a tu pecho y dejarte temblando del dolor.

Perdóname por odiarte al amarte tanto.

Perdóname por hundirme en el infierno al alcanzar el cielo.

Perdóname por regalarte mi vida de propina, entera para ti, junto con el profundo agujero de mi alma.

A tu lado elegí amarte. Eras un huracán en mi pecho. De no hacerlo, hubiera muerto. Me rendí como un ejemplar cobarde y asumí las consecuencias. Los días se llenaron de cálidos pensamientos. Empecé a saborear instantes de suaves y reparadores suspiros. El amor llegó y le quitó el lugar a la rabia, iluminó mi lado oscuro y entonces me arrodillé ante ti. Dejé que tus besos sanaran mis odios, me despegaste la coraza adherida bajo la piel y elegí obedecer mis impulsos. Llegué hasta el centro de tu mundo y alcancé la más bonita felicidad, la cual tenía prohibida al sentirme un maldito condenado a las profundidades del infierno.

Gracias por hacerme comprender que no soy tan malvado ni estoy tan condenado, ya que cuando ardía entre las llamas apareciste tú, mi ángel.

P. D. Continúo sumergido en mi locura. Continúo tocando la fría y sucia mesa a la vez que tarareo tu canción.

Te mando un nuevo trocito de partitura.

Te amo. 


HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora