Mi corazón se eleva hasta mi garganta a la vez que mis dos brazos son inmovilizados con efusividad por una de sus manos tras mi espalda, deteniendo mi pálpito y respiración.—¿De verdad quieres follar conmigo? —me pregunta al oído con el fuego vivo en su voz y en sus ojos, a los que con timidez acabo de mirar. Entreabro mis labios y suspiro alterada. Mi órgano propulsor se estrella contra mis costillas una y otra vez—. ¿Eso quieres? —Me mira a los ojos y se muerde el labio.
Mis directas palabras se han atascado en mi garganta y se han vuelto tímidas y reticentes ante el encarcelamiento de mis brazos tras mi espalda.
«¿Por qué me inmoviliza?».
Un calor abrasador repta bajo mi falda; su mano zigzaguea entre mis muslos enterrados bajo la tela negra de mi vestido hasta alcanzar con bravura y lujuria mi sexo. Siento que mi intimidad es agarrada y apretada con vehemencia contra su mano.
—Entonces... ¿quieres que te folle? ¿Quieres mi polla dentro de ti? —Se muerde el labio—. Estás mojada y preparada para mí.
—Quiero que me hagas el amor. —Siento cómo humedezco su mano. Siento que mi alma, mi espíritu y sexo vibran al unísono con mi voz.
Su dedo acaricia mis pliegues con suavidad de arriba abajo, desde mi orificio hasta mi clítoris una y otra vez. Se detiene en él, en mi cima, y empieza a trazar círculos con sus dos dedos. Lo siento delicioso, agonizante, sublime, abrumador. Un suspiro de placer conquista mi aliento y escapa de mis labios. Sus dedos aceleran su ritmo y sus circunferencias se dibujan cada vez con más fuerza, intensidad y rapidez. Mi humedad, mis incontrolables suspiros y ahogados gemidos no hacen más que revelar mi incesante gozo. Me está masturbando. Es exquisito, exactamente como fue anoche. Me mira a los ojos, en los que consumo pólvora y fuego, se muerde el labio al identificar mi intenso placer, me enseña los dientes con lujuria, como si fuese un tigre, y suspira conmigo una y otra vez.
Quiero su boca en mi boca.
Quiero sus labios en mis labios.
Necesito su saliva en la mía.
Pero él tan solo me mira.
Mi mente traicionera no sabe más que dibujar un beso de sus labios que condimente mi incontenible placer con un poco de romanticismo, con un poco de amor fingido.
—No... —Mi negación se mezcla con un suspiro de impotencia al dejar de sentirlo y asimilar su huida.
Sus dedos abandonan el dibujo en el centro de mi cuerpo, su brazo y mano se despide del arrope de mi falda y su otra mano suelta la atadura de mis muñecas a mi espalda. Se aleja de mí un paso, que me parece un océano, y deja a todo mi cuerpo trémulo como un flan.
—Cumpliré todos tus deseos —susurra con seducción—, pero solo si eres mía —dice firme como el hielo.
—De acuerdo —bisbiseo—. Quiero que me hagas tuya aquí y ahora.
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...