CAPÍTULO 63

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No hablamos de una relación, no fui capaz, y creo que tampoco él fue capaz. Aunque nos dijimos que nos amamos, perdonamos e hicimos el amor ansiosos, después le pedí que se marchara y me dejara sola con nuestro bebé. Necesitaba tiempo a solas para pensar.

Todas las noches me llamó por teléfono y me preguntó por nuestro gordito melocotón de ojos negros y por mí. Le pregunté por él. Luego, tras un poderoso silencio, me pidió que por favor le contara un secreto, que ahondara en mi interior y que desempolvara mis más profundos miedos y deseos porque quería conocer cada uno de ellos. Necesita hacerse de todas las herramientas para conquistarme y construir nuestro mundo en cimientos fuertes y seguros. Me sentí ansiosa y conmovida por su ternura, por la forma elegida para no presionarme y hacerme sentir que está ahí, día tras día, noche tras noche. Insistió en romper mis silencios y desvainó su espada para sonsacar mis escondidos secretos e ilusiones.

—Mi ángel, ¿qué es para ti la libertad?

—Ya soy libre, Fernando. Lo tengo todo.

—No, ¿la libertad de verdad qué es para ti?

—Supongo que simplemente conseguir que mis pensamientos sean coherentes con mis acciones. No fingir ser algo que no soy ni sobresforzarme más allá de mis límites para tener que pertenecer o ser vista. Aceptarme tal como soy.

—Te amo tal cual eres. Quiero que siempre seas libre, que no tengas miedo a ser tú.

Una noche más...

—¿A qué temes? —pregunta directo.

—A nada.

—¿A qué temes? Siempre se teme a algo —repite con más fuerza.

—A herir. Pensé que mis decisiones le hicieron daño a Mateo...

—No —niega rotundo—, tú no puedes controlar el mundo. ¡Olvídate de eso!

—Lo sé. —En un susurro, añado—: Gracias.

—¿Me amas?

—Sí.

—Yo también, muchísimo.

Una noche más...

—¿Qué soñabas de niña?

—No lo sé... En estudiar y poder aportar algo bueno al mundo.

—¿No soñabas con un príncipe azul? ¿Con tener una familia? ¿Con casarte?

—Sí —río—. En el fondo, sí. Aunque no me atrevía reconocerlo, soñaba con casarme rodeada de flores.

—Y vivir en un enorme palacio.

—Más bien vivir en un pequeño castillo inmerso en las altas montañas con mi rey y tener príncipes y princesas.

—¿En serio?

—Me gustaban las historias de Disney, ¡todas! Creo que es el sueño de la mayoría de las mujeres, que aparezca un príncipe azul y que te sorprenda con un anillo.

—¿Me amas?

—Sí.

—¿Mucho? —Sonrío tras el micrófono del teléfono—. Yo te amo muchísimo —susurra con ternura.

Una noche más...

—Necesito veros, no aguanto más. Quiero invitaros mañana viernes a mi casa. Me gustaría que pasaseis la noche conmigo y poderos ver nada más levantarme. ¿Harías eso por mí?




HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora