Mis ojos están clavados en mi sublime plato. Miro con desconcierto a Yudith porque mi amo sigue sin mirarme ni prestarme atención. El plato que tengo al frente huele delicioso y tiene una pinta exquisita, pero no tengo la remota idea de lo que es.—Es pato con crema de hongos y castañas. —Su voz invade mi cuello y su aliento golpea mi oído—. Leticia, te va a encantar, y quiero que te lo comas todo —dice mi amo tan arrogante como seductor.
Sonrío observando el plato.
Esto junto al salmón de la última vez es lo más placentero que han sentido mis papilas gustativas. Es un delirio para mis sentidos. Mi gusto levita en cada trozo que me acerco en la boca y mi voz ahoga un «mmm» para mis oídos.
«Dios santo, qué maravilla».
A continuación, viene el postre. Es ridículo en tamaño, pero concentra una bomba de sabor. No sabría decir si es dulce, salado o ácido, pero su combinación, junto a las diferentes tesituras, resulta exquisito. Lo vuelvo a mirar con descaro; en cada momento con más. Quiero compartir lo que mi paladar siente, pero él está inmerso en una entusiasta conversación con Óscar. A veces también habla con Daniela. Su pedantería y superioridad no tardan en chirriar en mis oídos. «No la soporto». A mi pesar, yo estoy al frente de Ramón, que no ha torcido su rostro de amargado en toda la noche, y Yudith está frente a los desnudos pechos de su sumisa. No puedo creerlo, pero ¡ya han dejado de llamarme la atención!
La cena finaliza, vuelven a levantarse y empiezan a ocupar los sofás del salón. En esta ocasión somos menos y creo que mi sensibilidad podrá soportarlo mejor.
Espero que todos ocupen su lugar.
Al igual que la última vez, lo contemplo y espero instrucciones. Se sienta en el mismo mullido hueco del sofá del otro día y sus ojos buscan los míos. No mueve sus labios ni su rostro, tan solo parpadea despacio. Entiendo que quiere que me acerque.
Lo hago, me acerco.
Estoy a un metro de él.
Sin retirar sus ojos impasibles de mí, se resbala en el sofá.
Quiere que me siente en sus piernas como la última vez. Yo deseo hacerlo, poder cubrir sus hombros con mi brazo, esconderme en su cuello y sentir su erección, que seguro responde ante mi cercano sexo.
Me acerco despacio y me siento en su regazo. En este momento dudo si era eso lo que quería o si yo lo he interpretado a mi convenio.
Me abraza por la cintura; su mano extendida calienta mi muslo. Siento florecer mi alma. Echo mi brazo a sus hombros y escondo mi cara en su cuello; su olor me invade y mi cuerpo se relaja como si fuese un pez que vuelve al agua después de retorcerse en el aire tras estrujar con fuerza sus branquias.
—¿Estás bien, Leticia? —susurra en mi oído. Acto seguido, su otra mano acaricia mi pelo y afianza mi postura en su cuello.
—Ahora —suspiro—, justo en este momento... —me regocijo en su olor y continúo sintiendo su mano en mi tenso y recogido cabello— estoy en el cielo, Fernando —murmuro con sobrada sinceridad, presa del placer que me provoca la envoltura de su cuerpo.
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...