Por fin, ¡por fin!, hemos llegado a la cima. Por fin estamos frente al Castillo del Hierro. Nunca imaginé que podría desear con tanta ilusión y ansiedad llegar a este excéntrico y lujurioso lugar.Varios minutos más y me veía... ¿azotada?
«Dios mío».
Sigo aturdida por el denso viaje.
El frío de la montaña junto al calor de su mano apretada contra la mía me reciben y me ayudan a despejarme y a bajar del coche.
—¡Leti! —escucho a lo lejos la voz dulce de Mariza a la vez que me saluda agitando su mano.
Dirijo mi mirada hacia él, que me responde con su beneplácito. Por lo tanto, me desgarro de su mano con dolor, ya que me encanta esa sensación que me envuelve y me protege con seguridad y firmeza. Alzo mis pasos acompasados hacia Mariza para controlar mi vestido en todo momento.
—Has venido, amiga. ¡Wou! Estás muy guapa. —Me mira de arriba abajo y yo sonrío como una boba—. Me alegra muchísimo volver a verte. Es muy extraño que Fernando venga dos fines de semana seguidos y mucho menos este, que no hay ningún evento.
—Yo sí que me alegro de verte, Mariza. Qué bien que estés aquí —comento con la sinceridad brotando por cada poro de mi piel. Es un verdadero alivio contar con ella en este mundo tan... desconocido—. ¿Y —dudo por un segundo— cada cuánto tiempo suele venir mi amo? Me imagino que antes siempre venía con ella, con Jazmín, ¿verdad?
No dudo un instante en preguntar por Jazmín, pero no dudo en saber más de él. No puedo evitar que la curiosidad me corroa. Me aprovecho de la inocencia de Mariza y de su necesidad, porque sé que las personas que sufren una pérdida de un momento a otro poseen una necesidad imperiosa por desahogarse. Requieren revivir momentos y seguir viviendo de su recuerdo para despedirse poco a poco de ellas. Es por ello por lo que buscan a confidentes dispuestos a escucharlos como salvoconducto de su sufrimiento.
—Fernando solo viene para los eventos. A veces celebramos uno por mes, otras veces coinciden dos y otras veces pasan meses y no celebramos ninguno. Eso depende. Por otro lado, Jazmín venía siempre que sabía que él estaba aquí.
Sus palabras me ratifican que era una relación basada en el deseo carnal. Eso, por extraño que resulte, me alivia.
—Mariza, ¿cada cuánto venís vosotras? —pregunto porque la quiero aquí conmigo siempre.
—¿Nosotras y Óscar? Todos los fines de semana. —Una risa brota de sus labios. Deduzco que le encanta estar aquí—. Casi siempre estamos los mismos, los que viste al levantarte.
—¿Sabes una cosa? —Froto mis manos y se ilumina mi sonrisa. Me esfuerzo por exteriorizar mis sentimientos. Uno, porque quiero ganarme su confianza y dos, porque de corazón quiero ganarme su amistad—. Mi amo me dijo que me echó de menos y el lunes me mandó un mensaje. —Mariza me sonríe grande. Es un amor de niña, se alegra por el bien ajeno. A continuación, busco con mi mirada a Fernando. Estamos a diez pasos de él. Lo veo en la puerta del castillo; habla con Óscar. A varios metros está Ana.
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...