Una sonrisa boba se instaló entre mis mejillas. Me duele la mandíbula desde esta mañana en su oficina y no hay fuerza humana que la borre. Nunca me imaginé que la felicidad fuese tan dulce y exquisita.
Escucho golpear la puerta. Una leve carcajada se apodera de mi voz. Recuerdo el precio que pagué para recuperar mis llaves.
La abro y lo veo de pie con una sonrisa radiante en sus labios.
—Hola —saludo en un susurro.
—Hola —susurra.
Me retiro del umbral, permitiéndole el paso.
Sobrepasa la puerta, se detiene en la entrada, besa mis labios con timidez y se separa varios metros de mí. Su mirada barre mi cuerpo con lentitud; recorre mis botines de cuero y tacón, mis vaqueros ajustados, mi blusa blanca de seda y mi cabello suelto desprovisto de las horquillas y cola apretada.
—Estás... estás preciosa —dice con sus labios entreabiertos.
—¿Te gusto? —pregunto tímida mientras me toco el cabello. Estuve toda la tarde comprándome ropa y fui a la peluquería. Quiero estar a su mismo nivel de elegancia y sofisticación o por lo menos intentarlo.
—Me encantas —murmura—, pero tú me encantas siempre. Con todo lo que te pongas estarás preciosa. —Su dedo índice se tuerce con gracia en un ademán de atraerme hacia él y sus ojos se iluminan con picaresca—. Ven, acércate, yo también tengo una cosa para ti.
—¿El qué? —curioseo.
Coge mis manos y dice:
—Quiero invitarte a mi casa. —Sus ojos recorren fugazmente mi humilde piso.
Siento vergüenza por su sobriedad. Tengo los mínimos muebles. Mi decoración tan solo busca practicidad, ya que dedico mucho tiempo al trabajo y me resisto a esclavizarme en el mantenimiento de mi hogar.
Suelta una de mis manos y acaricia con suavidad en un roce mi mejilla con sus dedos.
—Hoy quiero que conozcas mis espacios. Quiero compartirlos contigo. Esta mañana estuviste en mi oficina y deseo que esta noche estés en mi casa. ¿Aceptas? —propone con una dulce sonrisa.
Asiento despacio e ilusionada, mucho más de lo que se puede imaginar. Tengo ganas de gritar.
Besa mi frente y alza con sus dedos mi mentón. Su sonrisa de perlas blancas envuelve mis ojos embobados por la proposición.
Estoy subida en el Audi mirando por la ventanilla. Todo lo que ocurre a su lado parece un sueño.
Mi móvil suena. Es un mensaje de Tomás.
Me dijo Arturo que te tomaste el día libre. ¿Quieres que vaya a tu casa después del trabajo? Llevaré pizzas.
Contesto:
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HUNDIDA EN TU OSCURIDAD © (En físico)
RandomFernando, hermético, envuelto de poder, lujuria y el control absoluto de todo y todos, lucha por someter a Leticia a cada uno de sus caprichos a un mundo completamente desconocido de seducción y puro sexo... Un asesinato por resolver, misterios, si...