~Extra 2.- Soldado~

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—Recto.—La señorita Evans le tocó con la batuta en la espalda a Liam.

El rubio se enderezó y siguió tocando con suma elegancia, pues no quería ser dado con el palo que tenía la mujer en su mano.

—Así, muy bien.—Dijo ella. Liam no respondió nada, no debía hacerlo, tampoco debía sonreír ni mostrar expresión alguna. Él debía ser neutral y profesional.

La puerta se escuchó a sus espaldas y aunque la curiosidad picó en Liam, él no se detuvo y siguió tocando. Quería darse la vuelta.

—Buenas tardes, señora Scott.—La señorita Evans habló y Liam no pudo evitarlo y dejó de presionar las teclas del piano, su cabeza se giró para mirar a su madre.

—¡Madre!—Dijo él sonriendo. Ella se había ido hace tres días por viajes de trabajo y recién volvía.

Los ojos mieles de ella lo miraron sin emoción alguna antes de volver a poner su vista sobre la pantalla de su móvil.

—Hola.—Respondió simplemente, ella miró a la mujer que estaba a cargo de enseñar a Liam.—¿Cuántas partituras se ha aprendido hoy?

La señorita Evans miró de reojo a Liam, frunció los labios antes de responder.

—Tres, señora.—Dijo.

Sophia Scott frunció el ceño.

—¿Tres?—Repitió incrédula.—Dejé claro que debe aprenderse cinco al día, y precisamente este día ya está llegando a su fin.

Liam se encogió en su lugar y miró por el ventanal que daba al jardín. La luna llena brillaba en la oscuridad de la noche.

Qué bonita era. Ella estaba sola, brillando por su cuenta y por libertad propia. Liam quería ser como ella y hacer lo que él quisiera, no obedecer por una vez .

—¿Cómo te ha ido el trabajo?—Preguntó Liam.

Ella suspiró, luciendo agotada, como si la conversación hubiera sido demasiada larga y pesada.

—Aún eres muy pequeño para entenderlo.—Soltó.—Iré a descansar.—Ella le dio su teléfono a la Señorita Evans.—Llévalo a mi habitación, iré a la sauna a relajarme y después estaré en mi laboratorio.

La mujer asintió y una vez que Sophia Scott se alejó hacia las escaleras, ella se agachó hacia Liam.

—Joven, tal vez su investigación para su próximo experimento no salió como ella esperaba.—Le dijo.

Liam la ignoró. Ella no tenía por qué ser amable ahora, ella cuando enseñaba era mala, disciplinada y grosera.

—Por cierto, ¿tú padre ha llegado? Tengo que hablar con él.

La señora Scott habló desde el segundo piso, apoyada en la barandilla.

Liam negó.

—Dónde estará ese idiota.—Murmuró ella a la distancia.—No me contesta tampoco el teléfono.

Liam no respondió.

—Sigue practicando, debes aprender aún dos partituras y tocarlas a la perfección. No dormirás hasta que lo hagas.—Demandó ella.—Mañana tienes cinco conciertos.

Liam asintió.

La señorita Evans lo miró con lástima.

Liam la miró mal. Él no quería su falsa preocupación.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora