~Capítulo 50~

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La familia bajaba del coche cuando este se estacionó delante de una cabaña bastante grande. Demasiado grande se podría decir.

—Increíble.

Rubén se giró a ver a su hermano. Su pelo ligeramente ondulado brillaba con los rayos solares, sus numerosas pecas se veían y sus ojos estaban ocultos  bajo las gafas de sol. Mateo sintió la mirada de su gemelo y lo miró también, con una sonrisa tirando de sus labios.

—¿Verdad que es increíble, hermanito?—Se acercó a él.

Rubén asintió. Sus ojos recorrieron el lugar, rodeando el bosque, viendo el camino por donde llegaron. Aún no llegaba.

—Wow...

Los gemelos posaron su mirada en dirección a la voz.

El chico pelinegro con ojos de diferente color miraba asombrado la cabaña.

—¿También sorprendido?—Mateo se alejó de Rubén y fue hacia Sian.

Sian asintió.

—No pensé que seríais de tanto dinero.—Sian ya se había acostumbrado a que Mateo, cuando se acercaba, pusiera su brazo encima de  sus hombros.

—Oh, no. No es nuestro, es de Liam. Él es el rico.—Mateo señaló el coche que venía a lo lejos.

Rubén siguió el dedo, sonrió al reconocer el coche.

Sian ató cabos. Ese coche se parecía al del profesor Liam, con quien se había ido Rubén.

—¿Liam Scott? ¿El profesor?—Alzó la cabeza para mirar al chico al lado suyo.

Mateo miró los ojos bonitos y raros de Sian.

—Sí. ¿Es algo así como nuestro tío? De la familia, mejor amigo de nuestro padre.

—Qué suerte. Eso es conveniente para ti, ¿no?

Mateo vio como sus padres se acercaban al rubio que salía del coche.

—Se podría decir. Ven, vamos.—Mateo dirigió al pelinegro hacia sus padres y Liam.—Venga, hermanito.

Rubén les siguió. Aún no entendía por qué Mateo quiso que invitara a Sian. Según había entendido, parte del "pequeño plan" era que él o Matt trajeran a un amigo. No sabía más.

Rubén definitivamente iba a invitar a Sian, así no hubiera sido parte de la idea.

—¡Liam!—Mateo saludó al rubio.

—Hola.—El rubio miró detrás de los chicos enfrente suya, y vio a Rubén.

Ambos se sonrieron, como si no hubiera nadie más alrededor, como si solo estuvieran ellos dos en aquella montaña.

—Hola.—Rubén se preguntaba cuándo dejaría de sentir nervios.

Liam solo asintió, aún sin apartar la mirada de sus ojos verdes. Mateo y Sian se pusieron delante de su campo de visión, irrumpiendo la vista. Sian no se daba cuenta de lo que ocurría, Mateo le dio una mirada de "disimula un poco, ¿quieres?".

—Mira, este es Sian.—Mateo hizo que el recién nombrado diera un paso más adelante.

Sian era el más bajito del lugar, se sentía intimidado y tímido.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora