Juguemos a ser heteros (2)

~Capítulo 39~

—No, gracias.—Liam dejó las llaves del coche en el sofá. Miró su móvil.—Eres un poco intenso, ¿no te lo han dicho?—Preguntó viendo las 15 llamadas y multitud de mensajes.

Tom se rio.

—Y tu un poco infantil a tu edad.

Liam hizo una mueca mientras se sentaba.

—Créeme que soy mucho más maduro que tú.—Se cruzó de piernas.

—Bonita casa. Sabía donde vivías, no cómo era por dentro pero no está mal.—Se dirigió a las escaleras.

—¿A dónde vas?—sonó tranquilo, pero estaba algo nervioso.

No quería que ese hombre viera la cama toda desordenada, por lo que había ocurrido hace unas horas.

—Quería ver la planta de arriba.

—Es mi casa. No te he dado permiso.

—Y así te tratarán los hijos después de darlo todo por ellos.—Tom lo dijo en voz alta pero más para sí mismo.

—Te recuerdo que lo único que diste es dinero, y ni siquiera te lo pedí, no lo necesitaba.

Liam recordó su infancia, su padre apenas estaba en casa, su madre era la que más tiempo pasaba con él y le obliga a estudiar sin descanso. Su padre era un gran ingeniero aeronáutico reconocido,aparte de ello tenía una propia empresa -Con, seguramente, trabajos sucios-, su madre era científica. Ella tenía su propio laboratorio en la gran casa -por no decir mansión-en la que vivían por lo que no le hacía falta salir de casa, por ende, tenía muchísimo tiempo para explotar a su hijo.

Liam era bueno estudiando, demasiado, a decir verdad. A los 6 años hacía concursos de inteligencia e iba a 3º año de primaria. Era "superdotado". Aunque él no se consideraba así, solo era bastante bueno y sagaz.

Empezó la secundaria a una edad temprana, al igual que la universidad. A veces por ser menor de edad no le dejaban ir a los bares donde frecuentaban sus amigos, otras si.

Los estudios y los tests que hacían eran pagados por su padre. Posiblemente como una forma de llenar el vacío. Ganaba bastante dinero por exámenes, pruebas y concursos que hacía. Así logró hacerse independiente tan rápido como pudo, quería dejar de ser explotado por su madre.

Ella parecía tener obsesión en quedar bien delante de todo el mundo, restregar por televisión el maravilloso hijo que tenía. No era amor, solo interés.

—¿Qué quieres?

—¿Cuándo te vas a centrar? Quiero nietos, quiero dejar mi herencia a alguien digno. Tú no quieres nada de mi.—Fue directo al grano.

—No me hace falta ni quiero tampoco.

—Quiero darle mi patrimonio a alguien digno. Necesito que tengas hijos. Ya no eres tan joven y yo menos.—Dijo sin remordimientos.

Liam empezaba a enfadarse.

—¿Alguien digno?—Repitió.

Ese hombre que lo engendró, era un ser muy retrógrada.

—Ya sabes, me he enterado de que te van las dos cosas.—Confesó.

¿Dos cosas?

—¿Cómo sabes eso?—Liam siempre era muy precavido cuando salía.

—Tengo mis contactos.

Liam rodó los ojos. ¿Contactos? Seguramente había contratado a alguien para que lo siguiera.

—La familia de los Whiters están de acuerdo de juntar a su hija contigo. Sería un buen negocio. ¡Piénsalo! Su familia y la nuestra...Aunque antes debemos resolver algo que cometiste hace unos años.

Liam se levantó molesto. Se dirigió a la cocina, necesitaba un trago.

Su padre era tan anticuado. Él creía en la unificación de familias, a lo antiguo.

—No pienso hacer tal cosa como esa.—Aseguró.—Tu mismo has dicho que no estoy joven. Tengo suficiente edad como para decidir. Y eso, no lo haré. Además, ¿qué hice hace unos años?—Se sirvió un poco de alcohol en un vaso y bebió.

—No quería decirte esto, pero...No me queda mucho tiempo.—Pasó por alto la última pregunta .

Liam puso su mirada en él.

—¿Qué?

—Tengo una enfermedad.

Liam entrecerró los ojos, analizándolo. No confiaba en él. Tal vez era mentira.

Tom rodó los ojos.

—Es increíble que pienses que miento. ¿Enserio me crees capaz de jugar con algo así?

Sí.

—Sabes, no te creo.—Liam Lo ignoró.

—Pensaba hacerlo por las buenas pero...¿Tan seguro estás de eso?—Preguntó antes de sacar su móvil tecleando unas cosas antes de pasarle el aparato a Liam.

El rubio palideció. Miró a su padre con rabia.

—¿A qué has cambiado de opinión?—Su sonrisa era odiosa.

(...)

Rubén estaba cenando con su familia cuando se acordó de algo.

—Por cierto, sobre lo del profesor...

Darío puso su atención en él.

—¡Cierto! Lo encontramos, se llama Mike. Tiene...Mmm...¿cuántos tenía, amor?—Darío miró a su esposo.

—26 creo. Está terminado la universidad por lo que esto le permite practicar.

—¿Recién terminando?—Mateo se burló.—Un poco mayor para terminar recién la carrera que cogió, ¿no?

—Repitió.—Contestó Darío.—A veces pasa.

—Hmp.—Miró su plato.—Que gran ejemplo. Esto con Liam no pasaría.—Sonrió mirando a su hermano.

Rubén sonrió al recordar lo de la tarde. Oh, por dios. Ahora se daba cuenta de las circunstancias. ¿Como habían llegado hasta ahí? ¿Liam le gustaba enserio? Se sentía confundido. Le gustó, más bien le encantó, lo que ocurrió entre ellos. Pero...

—Quería deciros. Un amigo, Sian, quería ayudarme con algunas asignaturas, quería decíroslo antes de que contrataseis a alguien, pero ya es tarde supongo.—Rubén quiso no dar más vueltas al tema que rondaba su cabeza.

Que pase lo que tenga que pasar.

—¿Sian?—Darío bebió agua.

—Sí, Me he hecho un nuevo amigo.

Darío y Lucas sonrieron.

—Eso es bueno. Pero yo creo que es mejor que lo haga Mike, está especializado, y sabe más. Sian tal vez luego no tenga tiempo.—El pecoso mayor asintió apoyando a su marido.

—¿Especializado y sabe más? Seguimos hablando del que repitió un año o varios.—Mateo se apoyó en el respaldo de la silla intentando no reírse.

Rubén también contuvo una risa.

—Mateo.—Darío le llamó la atención.

—Esa ha sido buena. Debemos admitirlo.—Lucas puso una mano encima de la de su esposo.

Darío sonrió.

—Quería hacerme el padre serio y disciplinado.—Rió.

La familia se rio. Mike por otro lado se encontraba en su casa preparando cosas para el alumno que ayudaría al día siguiente.

——————
JAJAJ pobre Mike.

HAGAN SUS TEORÍAS SOBRE QUE LE ENSEÑÓ DE SU MÓVIL TOM A LIAM.

Pista: Dos asuntos no muy buenos xd