~Capítulo 63~

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—¡Esto debe ser un error!—Liam apretó con fuerza los barrotes de la celda.

El guardia que pasaba ni siquiera le ofreció una mirada de reojo.

Liam le dio un golpe a las barras desgastadas que lo retenían.

Liam se sentó en lo que parecía un banco de piedra dentro de aquella jaula.  Apoyó los codos en sus rodillas y suspiró.

¿Violación a un menor?

Él no había violado a nadie. No lo había hecho. Rubén había consentido todo, incluso había sido muchas veces el de la iniciativa. Entonces, ¿por qué se encontraba encarcelado por violación?

¿Quién demonios había puesto la denuncia? Rubén no podía ser, ¿cierto? Podría estar muy enfadado pero él no haría algo como eso. ¿Tom? Tenía todas las papeletas, y era el más egoísta y manipulador. Solo que algo no cuadraba, según Tom, Liam se iba a casar, iba a hacer lo que él quería. ¿Por qué lo denunciaría? No tenía sentido.

Nada tenía sentido.

¡Él no había hecho nada malo!

Liam que era una persona muy organizada, y que solía tener todo bien pensado y bajo control, ahora ya no. Ahora todo se estaba yendo al carajo. Todo estaba mal.

Liam no se consideraba para nada una persona con suerte en la vida, pero si le iba bien en ella.

Tampoco se consideraba alguien desafortunado, porque claramente no lo era, pero ahora parecía tener una racha de desgracias en un tiempo récord.

Sí, podría pasar cosas peores en la vida pero acabar en la cárcel no estaba en sus planes.

Nunca, pero nunca, nunca, pensó que alguien como él acabase encerrado en un sitio así.

(...)

Sian llevaba ya cinco días alerta.

Rubén también.

Pero no ocurrió nada.

Sian no había visto a Mateo por los alrededores. Y aunque no quisiera verlo, lo buscaba.

Según Sian, lo buscaba para evitarlo. Pero la verdad sea dicha, en el fondo quería verlo. Ver esos ojos azules profundos, rodeados por esas adorables pecas por todo su rostro. Y esa sonrisa socarrona puesta siempre en esos labios.

Esos labios que lo habían besado aquella noche, los que le había dejado marcas por su cuello.

Sian se mordió el labio inferior recordando.

¿Por qué Mateo no estaba?

Mateo había dejado de escribirle, también. No insistía en hablar con él, y aunque eso era lo que se suponía que quería Sian, no se sentía feliz.

—¿Rubén?—Sian miró a su amigo, quien tenía un rostro cansado. Ojos medianamente rojos e hinchados y con unas grandes y notorias ojeras bajo ellos.

—¿Mmm?—Rubén no lo miró.

—No te ves bien.

Sian se mordió la lengua para no preguntar sobre Mateo. Primero iba Rubén, le preocupaba.

—Qué va.—Rubén se sentó en un escalón. Sian lo imitó.

—No mientas.—Sian frunció los labios.—¿Qué pasa?

Rubén miró un punto fijo.

Sí, ¿qué pasaba? Liam no había aparecido, no lo había buscado, no había intentado volver a hablarle.

¿Le había hecho caso cuando le dijo que no se acerca más? Rubén lo dijo pero deseaba que no lo hiciera.

Rubén abrazó sus rodillas con fuerza, encogiéndose. Era un idiota.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora