~Capítulo 55~

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—Pronto es tu cumpleaños.—Logró decir Liam.

—Ajám.—Respondió Rubén aún con la boca llena.

Liam apretó con fuerza el pelo castaño del chico entre sus dedos mientras guiaba los movimientos de la cabeza.

Liam se mordió el labio para evitar soltar un gemido y observó la escena con los ojos entrecerrados, vidriosos por la lujuria, nublados por el placer; Rubén no le devolvía la mirada, él tenía los ojos cerrados, concentrado en el trabajo. Sus mejillas estaban ahuecadas, succionando el miembro del rubio, sus carnosos labios abrazando su dolorosa y palpitante erección.

Antes de que pudiera decidirse, antes de hacerlo suave o preguntar, se encontraba embistiendo hacia el frente con sus caderas, su miembro saliendo y entrando frenéticamente de la boca del muchacho con sonidos húmedos y obscenos.

Ruben soltaba pequeños gemidos suaves alrededor de la longitud que estaba en su garganta, pequeñas lágrimas brillantes en las esquinas de sus ojos apretados.

Liam no podía dejar de mirar al moreno; ver su miembro dentro de la boca de aquel adolescente lo hacía excitarse más, parecía que superaba el límite de lo malo -pervertido- y lascivo. Él ya no se reconocía. Pero no le importaba mucho, tampoco.

A pesar de las pequeñas lágrimas por estar siendo ahogado por el miembro del rubio, Rubén estaba también duro, sus dedos envueltos en su propia erección, trabajando furiosamente para su propio placer.

—Lo haces bien.—Liam se mordió el labio mientras seguía irrumpiendo hacia delante y hacia atrás, en un vaivén rápido y descontrolado.

Rubén gimió alrededor de su pene, orgulloso por hacer sentir bien al rubio, ahí arrodillado, mientras Liam embestía su boca sin descanso, dejándolo sin aire.

Rubén abrió los ojos y los unió con los de Liam. El rubio al ver a Rubén desde arriba, admirando esos ojos verdes llorosos mientras su boca húmeda engullía su miembro, se dejó ir.

Se dejó ir con un gruñido, dejándose llevar por el placer dentro de la boca del hijo de su mejor amigo.

—Mmm.—Soltó Rubén, jadeando mientras Liam se retiraba con un suspiro, dejándose caer en el pequeño sofá.

—Perdón.—Se disculpó Liam, al percatarse de que había hecho que Rubén se tragara su semen.

Rubén rio y se levantó, se guardó así mismo con una mano y miró alrededor.

—Tranquilo, ¿papel?

—En el cajón hay.—Señaló el escritorio.

Rubén se dirigió a él y cogió un poco para limpiarse la mano.

—Ven aquí.—Liam ya había cerrado su bragueta.

Rubén sonrió y se sentó en su regazo, rodeando el cuello del mayor, con sus brazos.

—Eres un travieso. Te pedí que vinieras aquí para hablar, para darte cariños y mimos dado que te había extrañado; no para hacer esto.—Las manos de Liam se entrelazaron en la cintura del menor, abrazándolo mientras le reprendía.

—No parecías pensar en eso mientras tu pene estaba dejándome sin respirar.

Liam no respondió, aún le costaba reaccionar a tiempo cuando Rubén decía algún comentario lascivo.

—Además, es el único sitio donde podemos hacer cosas íntimas.—Prosiguió Rubén.

Liam asintió. No podría llevarlo a su casa, no después de que Tom lo visitara. Todavía no le había contado nada a Rubén de él; no había prisa, de todos modos. Él mismo podría solucionar las cosas, así no sería necesario preocupar al pequeño chico.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora