~Capítulo 41~

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—Hola, ¿qué tal?—Liam se acercó a la puerta y la cerró.

Rubén observó sus movimientos.

—Bien, supongo. ¿Y tú? ¿Qué tal por aquí?

Liam no sabía cómo actuar o cómo reaccionar. Era obvio que el menor lo había descubierto. Claro que solo era cuestión de tiempo. El rubio pensaba que podría contárselo en un tiempo o que simplemente le descubriera en un periodo largo de tiempo, ¡no tan pronto! Apenas habían pasado dos días.

Rubén se levantó de la mesa y caminó a la del Liam, o mejor dicho: a la del profesor. Tanteó los papeles, comprobando y confirmando que eran del mayor, asintió con un rostro neutro.

—Verás, quería contártelo.—Empezó.

Rubén se giró a verlo.

—Hm-Mmm.—Asintió.

—No te lo dije porque el asunto entre nosotros estaba tenso, no nos habíamos visto, no dije nada al irme, no quería incomodar más el ambiente diciéndote que iba a dar clases aquí.

—Liam.—Rubén quiso detenerlo, empezaba a hablar muy rápido.

—Luego arreglamos el pequeño malentendido a causa de eso, ¿verdad? No tuve tiempo ni me acordaba de decírtelo. Ahora estamos bien, no quiero arruinarlo.—Un beso corto lo interrumpió.

Liam se tensó y se asustó.

Eso podía ser peligroso, en pleno instituto y en una clase. Pero eso no le prohibía desear más besos.

—Dame otro.—Cogió de la cintura al menor, atrayéndolo a su cuerpo.

Liam reaccionó tardíamente al caer en cuenta de su comportamiento. El decir eso y acercarlo de esa manera habían salido instintivamente, ni lo había pensado. Un impulso tonto.

—Eh, eso no.—Lo empujó ligeramente. Rubén se sentía algo tímido después de haberle dado ese besito.

Un beso rápido era muy diferente a estar pegados, era más peligroso

Liam hizo un puchero. Otra vez se sorprendió, ¿un puchero? ¿Enserio? ¿Qué estaba haciendo? No era un adolescente para estar haciendo tonterías. Se aclaró la garganta y mantuvo las distancias.

—¿No estás molesto?

Rubén negó.

—Nah, no es taaaan importante. Quiero decir, algo sí que lo es, pero no para molestarse. Además, Tienes razón; No estaba muy bien el ambiente como para comentar que venías a enseñar aquí después de dejarme sin más.

Liam sonrió culpablemente.

—Aunque si me hubiera gustado decírtelo.

Rubén se dio cuenta de algo.

—Le das clases a Mateo.—Rubén tenía un sentimiento desagradable en la boca del estómago.

Liam frunció el ceño. Oh...Ya sabía por donde iba el menor.

—A él y a 26 alumnos más.—Aclaró rápidamente. No es como si debía darle explicaciones al chico, pero...Simplemente lo hizo.

—¿Él sabía que ibas a venir aquí? Además, ¿a su clase?

—Nop.—Dijo honestamente.

En lo que a Liam concernía él no sabía que Mateo era consciente que el mayor trabajaría ahí, en su clase. Cuando se encontraron el día anterior dijo su suposición, el menor no había ni aceptado ni negado que lo sabía. Aunque era de deducir que el chico lo sabía.

—Creo.—Dijo por si acaso.

Rubén frunció los labios.

—Es tarde, me tengo que ir.—Dijo con incomodidad. Se alejó, dirigiéndose a la puerta.

—¿Estás molesto?—Liam sentía que la había cagado, aún sin hacer nada.

—No siempre me voy a enfadar, Liam.—Dijo sin mirarlo.

Eso era verdad, no estaba enfadado, por lo menos no con Liam. Se podría decir que incluso con él mismo. Ese sentimiento repulsivo dentro de él que aparecía cada que pensaba que ahora Liam, quien le daba únicamente clases a él, ahora estaría dándole clases a muchas más personas, no le sentaba nada bien. Pero eso no era lo único, eso tal vez era lo menos preocupante, lo que le molestaba más... era Mateo.

Mateo era idéntico a él, ¿y si Liam...? Sacudió la cabeza para alejar ese pensamiento lejos. No podía pensar en eso. Ellos no estarían solos, estaban en un instituto, en una clase y rodeados de persona. Definitivamente Liam y Mateo no podían tener algo como lo que él y el rubio tuvieron. Claro que no.

En su cabeza quería convencerse que no era posible.

Espera...¿estaba celoso?

Se sonrojó ante el pensamientos. Estaba celoso de que Liam estuviera con su propio hermano. Oh, por dios, estaba tan mal.

—Esto es malo.—Murmuró.

—¿Mm?—Liam estaba seguro que Rubén había dicho algo.

—Nada.—Lo miró.—Nos vemos luego, si eso.

Liam asintió al ver al chico irse.

De repente recordó que hoy iría el nuevo profesor particular a la casa de Rubén.

Ya tenía excusa para ver a Rubén más tarde.

Suspiró, ¿enserio estaba buscando excusas para verlo? Estaba cayendo, eso lo asustaba.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora