~Capítulo 37~

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Liam no podía pensar coherentemente, si lo hiciese empujaría al menor y se golpearía a sí mismo por ser tan débil al secundar a la lujuría.

El menor estaba chupando su cuello, tal vez dejaría marca. Eso sería malo, pero, ¿quién demonios iba a pensar en detenerlo en esos momento? Liam no.

Rubén se meció, moviendo sus caderas inconscientemente, debajo de su trasero notó un bulto. El de Liam. Estaba nervioso y tímido pero también excitado y feliz. El rubio estaba así por él.

Su mano temblorosa recorrió el pecho de Liam, hasta llegar a sus calzoncillos. Sacó su miembro y empezó a masturbarlo. Liam cerró los ojos con fuerza.

No está mal, no está mal.

Se repetía constantemente. No podía quitarse de la cabeza que era Rubén. Rubén...Ese chiquillo que vio crecer.

Debería de estar enfermo, ¿cierto? Ya que se encontraba más caliente que antes.

La mano de Rubén subía y bajaba mientras el mayor gemía en bajo.

—No sé hacer lo que me has hecho hace poco, pero, confórmate con esto, ¿si?—Rubén miró el rostro de Liam.

Liam asintió.

La otra mano de Rubén fue a su propio miembro, esto era demasiado erótico. El ver a Liam tan vulnerable, desnudo y gimiendo era digno de ver.

El rubio vio como el menor suspiraba de placer mientras se autocomplacía mientras con la otra mano lo satisfacía a él.

—Haz esto.—Dijo juntando sus miembros y colocando las manos de Rubén rodeándolos.

Rubén y Liam gimieron a la vez mientras sus partes se frotaban.

Rubén cayó encima de él, poniendo su frente en el hombro del mayor. Empezó a gemir, su aliento caliente chocando con la piel desnuda de Liam. Su mano se dirigió al cuello del rubio para apretarlo.

(N/a: aguante el ahorcar en la intimidad ocno)

Liam tiró del pelo al menor para que lo mirara. Este se encontraba con la boca abierta mientras soltaba gemidos y con los ojos cerrados. Liam lo besó ferozmente.

Los gemidos de ambos fueron silenciados con la boca del otro. Los movimientos fueron subiendo de velocidad, el rubio movía sus caderas para encontrarse con el roce.

Unas cuantas embestidas más y movimientos de manos hicieron que ambos se corrieron. Liam gimió fuerte al igual que Rubén, que mordió el cuello del primero para evitar gritar.

Eso fue...Increíble.

Mientras se besaban las manos inquietas de Liam fueron al trasero de Rubén. Apretó haciendo que este se sobresaltara.

—Me encantó.—La voz entrecortada de Liam era ronca acompañada con una sonrisa que hacía querer a Rubén volver a hacer todo lo anterior para verlo sonreír así mucho más.

—A mi también.—Logró decir, mientras se recostaba en el pecho del de abajo.

—No llegaremos hasta el final.—Dejó claro Liam, mientras apartaba un mechón de pelo castaño que cubría el rostro del menor, ocultando sus hermosas pecas.

Rubén agradeció, se sentía nervioso, no creía poder llegar hasta...ahí. Pero no podía evitar el sentirse curioso.

—¿Por qué no?—Preguntó mientras trazaba círculos con el dedo en el pectoral de Liam.

—Sabes por qué.—Acarició su espalda desnuda.—Creo que deberíamos ir a limpiarnos. Ve a la ducha de aquí, yo iré a la de invitados.—Dijo levantándose.

—O podríamos tomar una juntos.—propuso mientras se apoya en un brazo arrepintiéndose al instante.

¿Dónde quedó la timidez? Eso había sido algo atrevido, para él.

—No saldríamos en un buen rato.—Sonrió mientras habría un cajón.—Te dejo aquí una toalla.

El mayor cogió otra y se dirigió a las escaleras.

Rubén volvió a acostarse. Sonrió. Por lo menos Liam no había querido huir. No lo había tratado frío y distante después de hacer eso.

Se levantó, cogió la toalla y se metió al baño. Se vio al espejo, tenía el pelo desordenado y revoltoso, la cara roja y los labios hinchados. Su sonrisa se hizo más. Se mordió el labio, se encontraba muy feliz.

Liam se apoyó en el lavabo. Se miró. Estaba despeinado, con las mejillas ligeramente rojas y los labios iguales. Tenía algunas marcas moradas en el cuello.

Se sentía bien, pero la culpabilidad no se iba. Solo quería hablar con él. ¡Hablar! Incluso esperaba discutir, gritarse e insultarse. En absoluto se esperaba que se masturbaran juntos.

¿¡En que pensaba!? Joder.

Él únicamente quería pedirle perdón. Lo hizo; pero no dijo lo que quería decir. Los celos se apoderaron de él y no le dejaron terminar por abalanzarse sobre el menor y comerle la boca.

Cuando saliera de la ducha, hablarían. Sí. Eso harían. No de lo sucedido ahora, pero si sobre lo que él quería antes de eso.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora