~Capítulo 21~

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Liam había llegado cinco minutos antes, quería serle puntual al niño que le daba clases.

Hola familia.—Liam saludó cuando la puerta se abrió.

Darío rodó los ojos.

—¿Qué tal, amor?—Liam hizo el amago de besarlo.

—¿No te cansas de hacer siempre la misma broma?—Soltó aburrido el moreno.

—Nop. Es divertido ver tu cara y la de Lucas. Aunque ahora mi esposito no está.—Dijo mirando alrededor.

Liam se dirigió a las escaleras para ir a la habitación de su alumno.

—Aún no ha llegado.—Darío interrumpió mientras el rubio ponía un pie en el primer escalón.—Por eso Lucas no está, ha ido a verlo.

Liam pensó por un momento.

—Creo que a partir de ahora iré yo a buscarlo, así no pierdo tanto tiempo.—Propuso dirigiéndose a la puerta.

—Vendrán en unos minutos. Espéralo en el salón.—A Darío no le agradaba la idea, pero tenía que ser amable.

—Nah, tengo una idea para que se le pase la incomodidad o enfado de ayer. Ahora vuelvo.—Sonrió cerrando la puerta.

—¿Enfado?—Darío se cuestionó qué había ocurrido.

Liam fue silbando a su coche.

Condujo a una pastelería cercana.

Cuando entró a la tienda vio una chica apoyada en el mostrador pasando páginas de una revista con el rostro aburrido y masticando un chicle de forma exagerada...y asquerosa.

—Hola.—Llamó la atención para ser atendido.

La joven levantó la mirada. Al percatarse de que era un rubio lindo con ojos claros y en traje, se puso de pie y cambió su cara a una sonrisa media pero coqueta.

—Bienvenido.

Liam sonrió, pero por dentro se burlaba.

Él quería soltar la frase "disimula, cariño". Pero no lo haría.

—¿Que quisiera pedir?—La chica le sonrió más.

—Mmm...Buscaba algo de naranja y chocolate.

—Oh, tengo un mousse de esos dos sabores. Mire.

Liam vio el postre que la chica le señaló.

—Tiene buena pinta. Démelo, por favor.

—En seguida.

Liam vio como la chica envolvía el postre.

—¿Es para usted? ¿O alguien querido?

Liam quería responder "que te importa". Pero, por segunda vez, no lo haría.

—Sí, se podría decir que lo Segundo.—Liam quería irse.

—¿Padre, madre? ¿Amigo, amiga? ¿Novia...?—Preguntó dándole el postre.

Liam lo cogió y le dio el dinero.

—Para un alumno. Quédate el cambio.—Y salió de la tienda rápidamente.

La chica quedó desconcertada. ¿Aquel rubio caliente era profesor? Ya quisiera que alguien como él le diera clases.

¿Un alumno es alguien importante? ¿Favoritismo? ¿O...Interés romántico? No, no, no podía ser, dijo alumno. No alumna. Aunque...Si era chico...

<Jo, una pena.> Pensó la joven.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora