~Capítulo 43~

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—¡Rubén! ¡Baja!—Darío gritó.

Mike escuchó como una voz masculina -adolescente- soltaba del mismo tono un voy.

Darío le sonrió al chico. Mike le devolvió la sonrisa. Juntó sus manos con nerviosismo.

—Rubén es un chico tranquilo.—Soltó Darío, para calmarlo.—Es algo dejado, pero tranquilo.

—No he tratado con muchos chicos para enseñar, pero la mayoría eran algo...¿malos? No querían estudiar, no hacían nada por esforzarse.—Contó Mike.

—Rubén no es así.—Interrumpió Liam, recibiendo la atención y mirada de los presentes en la sala de estar.—Quiero decir, al principio no hacía mucho, luego empezó a esforzarse.

Mike estaba confundido.

—¿Al principio?

Liam asintió con una sonrisa.

—Sip. Yo fui su primer profesor particular.

Liam sabía que estaba siendo demasiado infantil al competir por ser el primer profesor de Rubén. Por dios, desde que había terminado su jornada laboral y en vez de conducir hacia su casa condujo a la casa de su amigo, sabía que estaba siendo inmaduro. Él no pintaba absolutamente nada aquí, ¿por qué demonios estaba aquí? ¿Qué quería demostrar?

—¿Tú le dabas clases?

—Sí.

—¿Y por qué ya no más?—Cuestionó Mike.

Liam quería responde "no es asunto tuyo". Pero se contuvo.

Estaba dispuesto a darle una respuesta amable y sin demasiada información, pero Rubén había entrado en el sala de estar.

—¿Qué?—Dijo hacia su padre, sin percatarse de la visita.

Sus ojos barrieron a los presentes. Primero en su hermano, que estaba recostado en el sofá con los brazos cruzados sobre su pecho, Lucas que tenía el brazo rodeando los hombros de su esposo, Darío acurrucado en él. Un chico con pelo moreno ondulado. Y luego Liam. En un sillón aparte.

El corazón de Rubén martilleaba con fuerza en su pecho cuando sus ojos se encontraron. Lo había visto hace unas horas, pero se sentía como que no lo había visto hace días.

—¿Hola?—Dijo intentando sonar seguro, pero su voz temblorosa lo traicionó.

—Mira, Rubén. Él es Mike Daniels, el profesor que te va a dar clases a partir de ahora.—Darío miró a Mike.

Liam se guardó para sí mismo una mueca y rodar los ojos con un bufido. Buah.

Encantado. Espero llevarnos bien y que aprendamos mucho juntos.—Mike sonrió levantándose para darle la mano.

Rubén se acercó para tomarla y bajó su mirada a los hoyuelos de su cara.
Eran tiernos y hacían verlo más atractivo.

—Digo lo mismo.—Asintió.

Liam apretó sus manos en un puño al verlos. Suelta, suelta, suelta.

Mateo dejó de mirar a su hermano y al tal Mike para miró de reojo a Liam.

Su cara estaba reprimiendo una reacción de desagrado. Mateo no sonrió externamente pero la situación era graciosa.

Liam pareció darse cuenta de la mirada de Mateo porque dejó de ver a los otros dos para cruzarse con los ojos azules del chico.

Liam se aclaró la garganta para disminuir su de repente molestia.

—¿Por qué no vais arriba y empezáis?—Lucas sugirió.

Liam nunca había sentido tanto odio dirigido a su mejor amigo. ¡Lucas! ¿Por qué? ¿Por qué los dejas solos?

Rubén asintió y le hizo un movimiento con la cabeza a Mike para que lo siguiera.

Antes de darse la vuelta le dio un vistazo rápido al rubio. Este estaba demasiado entretenido en mirar mal a Lucas.

Rubén frunció los labios, él quería volver a cruzar miradas.

Mateo vio la expresión triste cruzar por el rostro de su hermano por la inocente ignoración de Liam. No fue intencional pero ahora era él quien miraba mal a Liam.

Darío sentía el ambiente tenso. Parecía una cadena, Mateo miraba mal a Liam, Liam miraba mal a Lucas y Lucas...Lucas Miraba con amor a Darío.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora