~Capítulo 33~

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Mentir o decir la verdad. Liam se debatía entre esas dos cuestiones.

—Vine a ver a un amigo.—En cuanto salió de su boca se arrepintió.

Había mentido. Si algo sabía Muy bien es que las mentiras siempre eran descubiertas.

—¿Quién es tu amigo?—Rubén lo miró expectante.

—Connor.

El moreno frunció el ceño.

—¿El director Worren?

Liam asintió, había extrañado ver esos ojos verdes y ese ceño fruncido con pequeñas pecas entre él. 

—Hace tiempo que no te veía.—Soltó sin pensarlo.

Rubén abrió mínimamente un poco los ojos sorprendido, se rascó la nuca mientras desviaba la mirada.

—Sí...—Dio la razón.

Rubén quería reclamarle y enfadarse. Pero no lo haría, había decidido no hacerlo. No lo haría aunque sintiera una presión en el pecho.

—Deberíamos hablar.—Siguió Liam.

—¿Sobre?— Volvió a verlo, haciendo que su estómago diera un vuelco.

Los ojos miel de Liam lo miraban minuciosamente, haciendo que incluso se sintiera incómodo.

—Bueno, me fui sin decir nada y-

—Me siento mejor, ¿vamos?—El chico al que Ben estaba masajeando en la enfermería se puso al lado del moreno.

Liam lo miró mal.

—Oh, Hola, buenos días.—Saludó educadamente al ver al mayor.

Por lo menos tenía modales.

—Disculpe, creo que los he interrumpido, mejor yo sigo yendo.—Le dio a Liam una mirada de lo siento y se empezó a ir.

—No, no. El señor ya acabó, te sigo.—Rubén ni siquiera lo miró cuando lo dijo, poniéndose a la par que su compañero y alejándose.

Liam asintió.

—Me lo merezco.—Murmuró para sí mismo y se dirigió al despacho de Connor.

Solo le quedaba la opción de esperar a que el menor acabara sus clases para llevarlo a comer algo mientras hablaban. ¿Qué podría salir mal de eso? Definitivamente había algunas cosas.

-

Connor se encontraba mirando y analizando unos papeles. Suspiró y pensó en lo feliz que sería ahora si estuviese en casa. Sonrió al pensarlo, estaría esa persona esperándole.

Dejó de babear al tener esos pensamientos cuando unos toques en la puerta lo bajaron de las nubes.

—¿Sí?

—Yo.

—Adelante.

Liam abrió la puerta.

—Hey, Connor. Ya estoy aquí.— Saludó cerrando la puerta detrás de sí.

El recién saludado echó a un lado a sus papeles, y entrelazó sus dedos encima de la mesa.

—Hey.—Dijo de vuelta.—Te consideraba alguien puntual. Pero...—miró su reloj.—20 minutos de retraso. ¡Sorprendente! No me esperaba esto de ti.—Comentó con una falsa decepción antes de soltar una carcajada.

Liam puso los ojos en blancos.

—¿Por qué has tardado tanto?—Cuestionó el moreno.

Liam tomó asiento aún sin que el dueño del despacho se lo ofreciera.

—Tuve unos asuntos que se presentaron.

Claro, unos asuntos con pelo moreno, ojos verdes y pecas. Se le vino a la mente el asunto. Suspiró mentalmente.

—Claro, claro. Eso será. ¿No será que te has perdido por el instituto?—Rió de nuevo.

Liam le miró mal antes de decir:

—No. ¿Cuándo empiezo?

Connor se encogió de hombros sonriendo. Era obvio como Liam había evadido el tema antes de que el moreno le preguntara sobre los asuntos.

Abrió un cajón sacando una hoja donde había un recuadro, con una jornada de lunes a viernes con sus horas respectivas de trabajo.

—Empiezas en una media hora.—Connor se acomodó en su silla.—¡Espero te vaya bien en tu primer día!

Era curioso como de negarse para ser el tutor personal de un solo alumno -Ben-, haya pasado a ser un profesor de toda una clase en un instituto.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora