~Capítulo 24~

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4/4 Fiiinaaaaal del maratón. ¿Os habéis dado cuenta de que los he hecho "largos"?
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Abre el libro por la página 15.—Liam se alejó dirigiéndose al escritorio.

Rubén se quedó quieto confundido.

Se giró solo a verlo, el rubio estaba abriendo el libro.

¿En serio haría como si nada?

El menor caminó hasta la silla y se sentó. Liam estaba un poco agachado para ver bien las páginas, por lo que cuando el moreno se sentó, quedaron algo juntos.

Rubén miró el perfil de Liam, este se dio cuenta de la cercanía y de la observación que se alejó.

—Quiero que hagas esos ejercicios.—Ordenó caminado hacia la cama.

—Me impresiona que te comportes así.

—¿Así como?—Trató de verse tranquilo y neutro.

—Nervioso. Diría que hasta asustado.—Se levantó para ir hacia él.

Por un demonio que lo estaba. ¡Se había besado con un menor! Joder. Joder.

—Oye, mira. Nada ha ocurrido aquí, solo fue un choque de labios, ¿sí? Un accidente.—Liam puso sus manos en los hombros del menor y trató de convencerlo...O convencerse.

—Oh, sí, claro. Cómo no. También fue un accidente que metieras tu lengua en mi boca.—Rubén se sonrojó un poco al decirlo. Liam también.

—Bueno.—Empezó Liam, mirando los labios de Rubén, los que anteriormente había chupado y mordido. Se pasó la lengua por sus labios, de repente se sentían secos.

¡Ah, mierda! Esto no era bueno. 

—Pensé que el adulto eras tú. No creí que fueras de los que evaden sus problemas.

<Si supieras.>

—Esto fue solo un error, ¿bien? Olvidémoslo.

Rubén se sintió algo triste. Él hubiera querido hablarlo, pero, ¿qué diría?
Él tampoco entendía la situación, no comprendía como es que llegaron a besarse en medio de una pelea e insultos. No entendía nada pero Liam lo haría, ¿no?
Realmente estaba muy confundido. ¿Por qué había ocurrido aquello? ¿Sería cierto eso de "del amor al odio solo hay un paso? Espera, ¿amor? Aquí no hay de eso.

Unos golpes en la puerta interrumpieron el silencio y los pensamientos de ambos.

Ambos se miraron. Rubén volvió a su silla y Liam abrió.

—Hey, ¿todo bien? Oí unos gritos.—Los ojos verdes de Lucas hicieron sentirse más culpable al rubio.

—Claro que sí. Ya sabes, pequeñas discusiones entre profesor y alumno.—Hizo énfasis en las dos últimas palabras.

Rubén notó como el mayor le lanzó esa indirecta.

—Bueno, no discutáis mucho. Os dejo, seguir estudiando.—Lucas sonrió.

Joder.

—No hacía falta esa aclaración, profesor.

Liam suspiró.

—Tampoco hace falta que te pongas así. No seas histérico. Un beso, olvidado, listo. No es para tanto.—Continuó el menor.

Oh, claro que lo era. Si no había sido capaz de detener un simple beso, eso lo asustaba. No sabía que más no podía controlar.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora