~Capítulo 17~

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—Una partida más.

Rubén estaba emocionado, no quería dejar de jugar. Era un vicio.

—Venga, otra.—Le contestó Liam mientras sacaba su móvil y miraba la hora.

21:48

Se giró hacia el chico, quien estaba pulsando botones para cargar otra partida.

Era tarde. Pero le daba pena apagar la alegría a su joven estudiante.

Cuando iba a guardar su móvil, este vibró.

Tom:
¿Dónde estás? ¿Has pensado sobre lo que te dije? Deberías venir a casa para ponernos de acuerdo y fechar.

Liam solo lo leyó por la barra de notificaciones. No iba a contestar.

Brrr.

Otra vibración.

Tom:
Oh, vamos, sabes que esto es importante. Ven.

Que le jodan. Liam silenció el teléfono y lo guardó.

—¿Todo está bien?

El rubio miró a Rubén.

—Claro, ¿seguimos?

Rubén miró al mayor. Se notaba que ocultaba algo.

Ambos chicos no sabían cuánto tiempo había pasado, pero solo se detuvieron cuando una llamada del teléfono del menor los interrumpió.

—¿Papá?—contestó el moreno.

Liam quiso sacar su móvil y comprobar si Tom había seguido escribiendo, pero no lo hizo. No quería.

—¿Qué?—Rubén se alejó un poco del mayor para hablar con su padre.

Liam no pudo contenerse y sacó su móvil.

13 llamadas.

30 mensajes.

Liam hizo una mueca. Tampoco había que exagerar si no respondía. Ese hombre estaba loco.

Cuando iba a leer los mensajes, Rubén colgó.

—¿Liam?

—Dime.—El nombrado se levantó del suelo.

—Era papá. Dice que...Un tal Tom lo ha llamado y le ha pedido que te diga que debéis reuniros.

—Será hijo de...—Se calló.

Liam se apretó el puente de la nariz.

—Bien, debo irme.—Dijo poniéndose su chaqueta.

Rubén iba a quejarse, pero no debía...No tenía porqué.

Cuando iba a salir de la habitación se giró y caminó de vuelta al menor.

—Fue divertido.

Liam objetó colocando una mano encima de la cabellera del menor, acariciando.

—Lo mismo digo. Gracias.—Rubén le sonrió.

La mano del mayor viajó del pelo hasta la mejilla del moreno.

Ambos se quedaron mirándose.

¿Qué estaba pasando?

Rubén sentía como su corazón empezaba a acelerarse. No era normal, ¿verdad?

Se mordió el labio inferior inconscientemente. No se había dado cuenta.

Los ojos de Liam, sin percatarse, observaron como ese labio se escondía tras los dientes de Rubén. Pasó su lengua por sus labios. De repente estaban secos.

—Me...voy.—Dijo lentamente el rubio sin mover ningún pie .

—Vale.—Rubén no se alejó tampoco.

Otra vez se quedaron asumidos en mirarse.

—Hey.—Mateo llegó.

Liam se alejó apresuradamente dejando a un Rubén aturdido.

—Me voy, cuidaros.—Dijo el más mayor de todos.

Cuando pasó al lado de Mateo, le acarició la cabeza a modo de despedida rápida.

Rubén lo había visto. Y le había molestado.

—Lárgate.—Escupió el ojiverde.

—Oh, qué amable. Y yo que pensé que me invitarías a jugar también.—Dijo riéndose el ojiazul.

Rubén se cabreó más y cogió un cuaderno cualquiera y se lo lanzó.

Mateo lo esquivó y se fue corriendo.

—¡Más suerte la próxima!

La próxima Rubén no fallaría.

A pesar de estar a solas, su corazón aún seguía latiendo frenéticamente.

¿Qué fue eso de hace un momento? ¿Liam también lo habría sentido?

Oh, mierda. Esto empezaba a asustar.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora