~Capítulo 46~

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—¡Rubén! Te estaba buscando.—Sian se acercó, no muy confiado, al grupo que rodeaba a su amigo.

No sabía que Rubén tuviera tantos amigos. Es más, estaba seguro que Rubén no tenía amigos y punto.

El grupo lo miró, las chicas y chicos que rodeaban a su amigo le echaron una mirada extrañada.

Ay, dios.

¿Dónde estabas?—Trató de no sonar muy nervioso.

Su amigo, no lo había mirado desde que lo había nombrado, seguía de lado, hablando con una chica.

—Oye, ¿me estás ignorando?—Trató de no mirar a las personas que le miraban como si fuera un bicho raro.

—Creo que te habla a ti.—Un moreno le susurró algo al chico.

—Claro que le hablo a él.—Se cruzó de brazos.

Sian estaba siendo intimidado por las miradas curiosas, sin contar por su altura, no era precisamente bajito, pero todos en ese grupo -exceptuando algunas chicas- eran más altos que él.

Sian levantó las cejas cuando su amigo por fin lo miró. Sus ojos se ensancharon ligeramente, dándose cuenta que no era su amigo. Habían más pecas, y los ojos eran azules.

—Oh, mierda.—Murmuró.—Lo siento.—Sentía la cara arder.—Me confundí.

Se dio la vuelta, intentó no correr, se vería más estúpido. Ahora mismo quería que la tierra lo tragase.

—¿Lo conoces?—Ahora era un chica quien le hablaba, mientras miraba con una mueca al pelinegro que se iba.

Mateo se encogió de hombros.

—Nah. No realmente.—Dijo antes de seguir al chico de ojos raros.

El grupo se miró entre ellos. Era raro. No le dieron más importancia y siguieron hablando entre ellos.

—Eh, ¿querías algo?—Preguntó en cuanto lo alcanzó. Pasando un brazo por encima de sus hombros.

—No era contigo, buscaba a Rubén.

Mateo sonrió.

—No hay de que avergonzarse.—Dijo cuando vio su cara ligeramente roja.—A ellos ya se les habrá olvidado.—Hizo un movimiento con la cabeza, señalando a sus amigos.

Sian asintió. Eso esperaba y deseaba con todas sus fuerzas.

—Pero a mi no.—Burló.

Sian se tensó pero no dijo nada.

—Era broma.—Rio.—Mira, es normal al principio confundirnos.

Sian no había visto a gemelos en la vida real, o por lo menos no tan de cerca y que sean conocidos suyos, era completamente fácil confundirlos de lejos. Ya decía él que Rubén no podía estar con esa gente, ¡claramente se debía a que no era él, sino su hermano!
Estaba Seguro que en cuanto se lo contara a Rubén este se reiría.  Él mismo quería reírse de la situación, pero a la vez enterrar su cuerpo en el suelo y no salir nunca.

—Entonces...¿No encuentras a mi reflejo?—Habló de nuevo el gemelo de ojos azules al ver que Sian no decía nada. Removió el pelo negro del chico.

Este lo miró mal y volvió a colocar bien su cabello.

—No. No sé dónde está.

—Si quieres le doy el recado luego.

Sian levantó el rostro para mirarlo, solo un poco, levantó el rostro solo un poco...Si luego le dolía el cuello por mirarlo, eso no significa que lo levantara mucho...Pff ¿A quien quería engañar? El reflejo de su amigo era más alto que él.

Mateo seguía sonriendo. Sus labios estaban rosados, con color, y no es que estuvieran secos, pero los dueños de ellos pasó la lengua por estos. Sian siguió el movimiento de la punta rosada.

—Solo quería confirmar si hoy voy a su casa.—Respondió posando ahora sus ojos en los azules de Mateo.

—¿Para qué vas a venir a mi casa?—Mateo frunció ligeramente el ceño, dejando de sonreír.

—Asuntos nuestros.—Dijo secamente, él no era quien para meterse en los asuntos de las demás personas, así fuera su hermano.

Mateo retomó la sonrisa.

—¡Ja! Eres muy tierno. ¡Nos vemos en mi casa entonces!—Se despidió, soltándolo y volviendo con su grupo.

—¡Aún no es confirmado!—Gritó.

Sian negó suspirando. Supuso que debía seguir buscándolo, pero esta vez sin equivocarse.

Mateo observó como el chico pelinegro se daba la vuelta y se iba solo por el pasillo. Frunció el ceño.

(...)

—Creo...Que...deberíamos parar.—Dijo Liam, entre besos.

—Creo lo mismo.—Dijo antes de que Liam introdujera de nuevo la lengua en su boca.

La mano de Liam estaba por debajo de la camisa del chico, acariciando la piel suave de su espalda.

El moreno soltó un suspiro cuando sus lenguas se entrelazaron, abrazándose. Apretó el agarre en el pelo rubio de Liam, atrayéndolo más a él. Sentía que no estaban los suficientemente cerca.

—Bien. Ya.—Liam con mucho esfuerzo se separó.

Arregló su pelo y se limpió la boca. Miró a su acompañante. Rubén estaba sentado en la mesa mientras lo miraba con los ojos vidriosos por los besos húmedos que se habían dado. Sus labios estaban rojos e hinchados. Claramente por unos besos espléndidos.

Liam se obligó a apartar la mirada. No debía seguir besándolo. No era seguro. Estaban en una clase, cualquiera podía venir aquí y verlos. Normalmente no venía nadie a esta hora -según Rubén- por estos pasillos, pero aún así no debían arriesgarse.

—Tengo que hablar con Connor.—Pensó en alto.

—¿Para?—Un Rubén aún un poco aturdido, se estaba colocando la camisa.

—Ya lo verás si lo consigo.—Se sentó en la silla de la mesa del profesor.

Iba a pedirle un pequeño favor.

—Hmm.—Rubén se dispuso a ir hacia él.

—Ah, no, no.—Miró su reloj, deteniendo al joven que se le acercaba.—En 5 minutos empieza tu próxima clase. Debería ir yendo.

Liam no estaba seguro de poder controlarse más.

Rubén rodó sus ojos. Aunque no quería aceptarlo, Liam tenía razón. No debía llegar a otra clase tarde, si no, posiblemente, conseguirá otra falta.

—Bien, ¿me esperas luego, entonces?—Preguntó dirigiéndose a la puerta.

Cuando Liam no contestó, se giró, y pilló al rubio viendo su espalda baja.

—¡Eh! Respétame.—Se burló. Pero se había avergonzado un poco.

Su corazón empezó a latir rápido. Era una sensación de como cuando te mira tu crush, pero en este caso te mira el trasero.

Liam levantó su mirada rápidamente al rostro de Rubén.

—Vete ya.—Se aclaró rápido la garganta, tomando unos papeles entre sus manos y re-colocándolos. Trató de no darle importancia, pero se sentía abochornado también.

Rubén se rio pero salió del aula.

Por la ventana del pasillo que daba al aula, se asomó y le guiñó un ojo mientras sonreía.

Liam negó riéndose.

Sip, definitivamente se sentía feliz pero lo asustaba. Ser nuevo en esto era horrible.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora