~Capítulo 27~

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Liam sabía que estaba mal lo que estaba a punto de hacer, pero era lo mejor.

Entró a la cafetería y visualizó a su amigo sentado viendo su móvil.

Caminó hasta él, echó para atrás la silla y se sentó, haciendo que su amigo se diera cuenta de su presencia.

—Hola.—El ojiverde sonrió a su amigo, dejando su móvil en la mesa.

—Hola.—Liam intentó verle el rostro.

—¿A que se debe citarnos a solas aquí y no en casa?

¿Por qué el mantener la mirada con su mejor amigo se sentía tan mal? ¿Tan culpable? Tampoco es que hubiera ocurrido algo...más "peligroso" pero aún así...

Encima esos ojos verdes lo mataban. Y aunque Rubén no tenía tantas pecas como Lucas, le hacían recordar lo que ocurrió entre ambos hace poco.

—¿Todo bien? Pareces tenso.—Lucas analizó al rubio.

La mirada miel de Liam estaba observando cada detalle fijamente del rostro del hombre sentado enfrente suya.

El pelinegro ahora se sentía incómodo. ¿Tenía algo en la cara?

Aunque no pudo evitar preocuparse, era extraño que su amigo se comportara tan misteriosamente.

—¿Liam?

El menor -en esa situación el rubio era el menor, Lucas le ganaba por unos años- pestañeó y desvió la mirada.

—Iré al grano.—Comentó desabrochando el botón de su chaqueta del traje, de repente se sentía cohibido, eso parecía liberarlo un poco.

El pecoso vio como algunas chicas de esa cafetería tenían puesta la mirada en ambos, pero más en Liam, un hombre atractivo y joven con traje.

—Ajá.—Lucas tomó un sorbo de su café.

—No puedo seguir dándole clases a tu hijo.

Tu hijo.

Claro. Una opresión apareció en el pecho de Liam. Culpabilidad.

Lucas frunció el ceño.

—¿Por? ¿Tan malo es? ¿Ha acabado con tu paciencia?

—No, no es eso. Solo que ya no puedo.—Contestó mirando sus manos entrelazadas encima de la mesa.

Lucas Rió.

—Bueno, duró lo que tuvo que durar. Buen trabajo, amigo. No tienes porqué sentirte culpable. Ya buscaremos otro profesor particular para el pequeño desastre de Ben.—Comentó echándose para atrás, apoyándose en el espaldar de la silla.

Liam levantó enseguida la mirada. Tragó saliva.

Sonrió a medias.

—Oh, claro.—Respondió simplemente.

Este sentimiento...

No quería descubrir cuál era pero definitivamente no deseaba sentirlo.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora