~Capítulo 44~

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—¿Y en qué eres bueno?—Mike se sentó en la cama.

Rubén trató de disimular la sorpresa. Sí, adelante, toma asiento.

—Mmm...—Dio vueltas en su silla giratoria.

—¿Español?—Mike sonrió, ayudándolo.

Rubén quería tirarle el cuaderno en la cara. Sabía que había -existía- gente alegre con una sonrisa siempre en la cara para animarte, pero él no quería precisamente alguien así ahora mismo.

Rubén negó, puso su boli en sus labios.

—¿Mates?

—Nop.

—¿Geografía e historia?

Volvió a negar.

—¿Física y química?

—Soy más de biología.—Se encogió de hombros.

Mike se levantó y se acercó.

—¿Qué vas a estudiar en bachillerato?

—Pensé que te contrataron para ayudarme con el ahora, no con mi futuro y haciendo preguntas que no vienen al caso.—Comentó volviéndose a su escritorio.

—Ya.—Soltó una risa.—Solo quería saber que preferencias tienes y que te puede interesar para sacar buena nota ahora.

Rubén lo pensó por un momento.

—Sería una tontería.—Murmuró.

—Prueba.—Se apoyó en el escritorio.

—No estaría mal ser médico, ayudar personas. Ya sabes.

—¿Y eso por qué sería una tontería?

—Bueno, mis notas son malas. No creo llegar a la nota que piden.—Giró el boli entre sus dedos.

—Me han comentado que eres bueno pero vago.—Puso una mano en su hombro. — Tu ex-profesor me lo dejó, literalmente, muy claro.

Mike hizo una mueca al recordar la, casi intención de marcar territorio del hombre rubio.

—¿Ah, sí?—Rubén ahora lo miró, inevitablemente sonriendo.

—Sí. Me dijo que eras dejado al principio pero luego te esfuerzas.—Observó curioso al chico.—Espero que conmigo te esfuerces desde el principio.

—Ajá...

Rubén dejó de mirarlo. Bueno, podría hacerlo, así se desharía de aquel hombre sonriente, solo que...

Sus pensamientos fueron obstruidos por un rubio entrando a la habitación sin tocar.

—Os he traído una silla. Para Mike, sé que Rubén no ofrece un asiento para enseñarle de cerca, y es doloroso estar
de pie. Créeme, aún me duele la espalda.—Entró con una silla que iba a colocar al lado del escritorio.

—Ajá. Para que estes más cómodo, Mike. Seguro es eso.—Mateo se quedó en el umbral, con las manos de los bolsillos, observando la escena.

—Oh, muchas gracias, deja que te ayude.—Se acercó a coger la silla para ponerla junto a la de Rubén, pero Liam apretó el agarre.

—Puedo yo.—Hizo soltar el agarre de Mike y colocó el mueble lejos de Rubén, pero en el escritorio.

Mateo casi se ríe.

Rubén abrió los ojos asombrado. Vale...

Liam le sonrió.

Ambos se quedaron mirando por un rato, los ojos Miel de Liam se dirigieron al boli de Rubén que había vuelto a apoyar sobre sus labios.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora