(Leah)
Conozco este lugar.
Reconozco la pintura vieja, la puerta desvencijada y el interior de la casa que miro a través de mi posición en el patio trasero.
Sé que he estado en este lugar antes.
Conozco esas vallas a medio pintar y el inicio de un bosque que se extiende detrás de mí.
Miro a mi alrededor intentando conectar las cosas que sé y los recuerdos que luchan por salir a flote desde lo más profundo de mi mente, pero no parece funcionar.
Bajo la vista a mis manos, mis pies y conozco lo que estoy vistiendo, aunque no logro evocarlo. He usado esa camiseta café antes y esos pantalones raídos.
Inspiro y el aire huele a madera quemada, cigarros, sangre y óxido.
Hay un sentimiento constante de temor que me cierra la garganta y amenaza con ahogarme.
La expectación es tan paralizante como el miedo y hay algo detrás de mi cabeza que insiste en que el silencio es la mayoría de las veces peor presagio que el sonido.
Entonces lo escucho: el llanto de un bebé.
Giro la cabeza en todas direcciones, buscando la fuente, con mi corazón comprimiéndose más a cada segundo que pasa sin respuesta. Todo es oscuro y la única lamparita que sesga la noche titila por la falta de energía sobre el porche, como si estuviese a punto de apagarse.
Obligo a mis piernas a moverse hacia el follaje y me obedecen a duras penas, renuentes a sumergirse en la espesura del bosque; mis músculos pesados y mis pies de plomo. Sé que no he dado más de dos pasos cuando siento unos dedos cerrarse en torno a mi brazo, el agarre de hierro y la fuerza contundente.
Giro el cuello y me percato de es Alexander Colbourn.
¿Qué hace aquí?
No es el conozco, pero resulta vagamente familiar. Reconozco el azul de sus ojos, la forma en que se estrechan cuando piensa y la delgada línea en que se transforma su boca cuando está considerando algo que le resultará desagradable. No tengo idea de porqué lo sé, pero la respuesta está ahí incluso antes de pensarla.
Es él, pero más joven.
—Deberías tener cuidado del lugar a donde vas—la voz clara y dura.
—¿El lugar a donde voy?—inquiero confundida.— Ni siquiera sé dónde estoy.
—Sí lo sabes.
Frunzo el ceño más perpleja que antes y hurgo en mi mente con insistencia, sin encontrar respuestas.
—¡Mentiroso! No sé a dónde...
En un rápido movimiento me toma de la garganta, sus largos dedos alrededor de ella, presionando lo suficiente para mantenerme en el lugar sin lastimarme. Mi corazón aumentando en tempo por la impresión. La adrenalina está ahí, perenne borboteando bajo mi piel, pero no el miedo. Curiosamente, no siento miedo al estar con él.
—¿Te golpeaste la cabeza cuando te caíste?
—¿Te gusta el nuevo lente de tu cámara?—respondo con otra pregunta que no sé de dónde proviene pero brota de mi boca como si ya lo hubiese dicho antes.
Es su turno de fruncir el ceño y el agarre en mi garganta aumenta en fuerza solo un poco, acercándome más a él. Huele a pino, a limpio y a él.
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Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍAS
ChickLit《C O M P L E T A》 ‹‹Había algo extraño, atrayente y oscuramente fascinante en él›› s. Amor: locura temporal curable por el matrimonio. - Ambrose Bierce. Lo miré junto a mí en la cama y mi corazón dio un salto al tiempo que mi trasero pegaba contra...