Leah
El crujir de la puerta abriéndose puso alerta a todos mis sentidos a la vez y me separé de Alexander para cambiar el agradable y profundo azul frente a mí por el frío marrón de la madera.
El mundo pareció perder enfoque y pese a que un montón de cosas se amontonaron al frente de mi mente como posibles excusas, lo único que atiné a hacer fue retirar los brazos de su cuello.
Erik permanecía en el umbral, pálido como papel y tieso como una vara contemplándonos; sus ojos tan abiertos que por un momento pensé que se saldrían de sus cuencas.
Seguramente yo tenía la misma expresión en el rostro que él.
Alex, por otro lado, permaneció con las manos en mis muslos, aunque no podía entender por qué; como si el hecho de que Erik nos hubiese pillado en esa situación—posición— fuera algo que aconteciera todos los días. Como si fuera algo natural, como si no le importara.
Cerró la puerta que daba acceso al salón aún estupefacto.
—¿Qué...?—articuló, como si las cuerdas vocales no le respondieran—¿Qué mierda están haciendo?
Era demasiado tarde para formular una excusa creíble. ‹‹Solo estaba ayudándolo a quitarse una basura del ojo››, ‹‹estábamos discutiendo y terminamos en ésta posición, ¿qué loco, no?››, ‹‹estoy tan ebria que ni siquiera sé dónde estoy››, ‹‹oh, ¿es éste Alexander Colbourn? Qué distraída, me confundí››
—¿Estás ciego?—habló de pronto Alex, tranquilo y colectado, provocando que Erik parpadeara varias veces, como si quisiera cerciorarse que su mente no le jugaba una mala pasada—¿Nunca te enseñaron que era de mala educación interrumpir?
—¡Alex!—no era en absoluto el momento adecuado para comentarios sarcásticos.
La estupefacción de mi hermano dio lugar al reconocimiento y después, a la ira.
Oh, no, no, no, no.
—¿Qué mierda haces con mi hermana?—su voz salió como un gruñido, bajo y gutural.
Seguía sin poder bajar del escritorio, porque sus manos continuaban apresando mis muslos, su cuerpo aún entre mis piernas.
Inclinó la cabeza a un lado.
—¿Tendré que explicarte el cuento de la flor y la abejita para ilustrarte?—replicó mordaz.
Mierda. Ésa no era en definitiva la manera en que había querido manejar las cosas.
—No sé a qué carajo estés jugando Colbourn, pero tienes exactamente tres segundos para quitarle las manos de encima a mi hermana—siseó, adoptando esa postura ofensiva que yo conocía muy bien.
Tenía que actuar rápido.
—Erik, escucha...
—¿Y si no quiero?—lo retó—. No recuerdo necesitar de tu permiso para tocar a mi...
El poco autocontrol que contenía las emociones de mi hermano pareció derrumbarse. Llegó en dos zancadas hasta mi compañero, interrumpiéndolo. Lo empujó con violencia para alejarlo de mí y procedió a tomarlo de la camisa, arrugándola entre sus puños.
—¡Que la dejes, joder!
Fue como si todo ocurriera en cámara rápida.
La mano de Erik hecha puño viajó con la velocidad de un rayo al costado de Alex, asestándole un golpe que contorsionó su cara en una mueca de dolor.
ESTÁS LEYENDO
Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍAS
ChickLit《C O M P L E T A》 ‹‹Había algo extraño, atrayente y oscuramente fascinante en él›› s. Amor: locura temporal curable por el matrimonio. - Ambrose Bierce. Lo miré junto a mí en la cama y mi corazón dio un salto al tiempo que mi trasero pegaba contra...