Capítulo 14: Tregua.

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Alexander

Observé a Leah subir las escaleras en brazos de aquél tipo y un amargo sabor a hiel se ancló a mi lengua.

Está bien si ella quiere follarse a otro. ¿Quién soy yo para molestarme? No tenía ningún derecho sobre aquella mujer, ni tampoco manteníamos una relación más allá de nuestra desastrosa e indeseable unión y por lo tanto, no debería sentir nada en absoluto.

No debería.

Sin embargo, algo no se sentía bien. Una voz en mi cabeza me decía que algo no iba bien.

Internamente me debatí entre seguirlos o no, si debería seguir mis instintos o simplemente dejarla tranquila. Tal vez era solo paranoia de mi parte, fruto de mis emociones encontradas, porque a pesar de que estaba experimentando una gran aversión ante la escena, tampoco podía hacer mucho si Leah quería follarse a otro tipo a espaldas de Jordan y frente a mí. Al final, era su vida.

Los seguí con la mirada hasta que los perdí de vista cuando llegaron al rellano del segundo piso y la misma sensación de incomodidad permaneció perenne y latente bajo mi piel, como una alarma detrás de mi cabeza, pequeña e intermitente, pero insistente.

Mierda.

Contra mi mejor juicio, subí las escaleras abriéndome paso a empujones entre las parejitas que caminaban del lado contrario, buscando llegar al primer piso.

Si Leah quería follarse a alguien más, estaba bien. Yo solo me cercioraría de que lo estuviera haciendo conscientemente, porque aquella mujer tenía una preocupante inclinación a cometer errores catastróficos cuando bebía demasiado.

Yo era un claro ejemplo de ello.

Permanecí junto a la puerta con la mano en la perilla y pegué mi oreja a la madera, con la fastidiosa sensación de molestia asentada en mi estómago.

Está bien si ella quiere follarse a otro me repetí, más que bien volví a pensar, buscando convencerme de ello.

Estaban hablando.

O al menos, eso creí, porque la estridente música no me permitía oír las voces que se escuchaban amortiguadas desde el otro lado de la puerta.

La abrí levemente, permitiendo que solo un hilillo de luz sesgara la oscuridad de la habitación y esperé.

¿A qué? No sabía exactamente, pero mis pies parecían reacios a moverse del lugar. Tal vez porque me sentía furioso con Leah por caer tan fácilmente en brazos de alguien más, o con el tipo por haberla convencido tan rápidamente o conmigo mismo, por no largarme de aquel lugar a pesar de que las náuseas escalaban por mi esófago como tentáculos.

—Alex—su voz fue apenas un murmullo y me incliné más hacia la puerta para escuchar. ¿Por qué la idiota decía mi nombre estando con otro? No podía estar tan ebria—...espera, no...no quiero...

La respuesta llegó enseguida y fue suficiente para encender mi cólera en una fracción de segundo, igual que gasolina sobre fuego.

—No sé quién es Alex preciosa, pero créeme, te haré sentir mejor que él.

—No lo creo—mascullé entre dientes antes de poder pensarlo mejor y reparé en dos cosas simultáneamente cuando la luz del pasillo entró por la habitación e iluminó la grotesca escena que tenía delante: la primera fue la cara de sorpresa del tipo que estaba tumbado encima de Leah, quien yacía prácticamente inconsciente sobre la cama y la segunda, fue la furia tan grande que se abrió paso por mi cuerpo igual que un volcán en erupción, tensando todo a su paso.

Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora