Capítulo 26: Celos.

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Leah

No estaba segura de haber escuchado bien.

Tampoco estaba segura de seguir respirando.

Esperé. Un segundo, dos, tres, cinco, sin que nada pasara.

Sin que Alexander dijera que todo aquello era una puta broma.

Mi corazón pesó tanto que no pudo mantenerse en su lugar y cayó hasta el suelo.

—Vaya...eso es...vaya—gesticuló Ethan, buscando recuperarse de la impresión y aligerar la tensión, que podía cortarse con un cuchillo.

—¿Es enserio?—inquirió Sara, con ojos de nutria confundida—¿Cuándo se han comprometido? Porque la última vez vi a Alex muy juntito con...

Percibí el pie de Edith moverse con rapidez para darle un pisotón bajo la mesa y callarla. La cara de Sara se compungió en una mueca de dolor pero al menos evitamos que saliera con alguna de sus imprudencias.

¿Qué era todo aquello? Parecía que jugáramos unas carreras por ver quién de los dos se jodía la vida primero y de la peor manera.

La salamandra con copete soltó una risita estúpida e hizo un gesto de la mano, como si le restara importancia.

—Es solo un título—se encogió de hombros sin perder la sonrisa—, pero me encanta la reacción de todos cuando lo digo, vale oro, tendrían que haberse visto—abrió mucho los ojos y la boca, imitando la expresión de susto de más de alguno.

Todos soltaron una carcajada ante su ridícula perorata, Alex incluido.

—Eso habla muy mal de ti—le dio un golpecito en el hombro a modo de juego.

‹‹Ni te lo imaginas››

—No sé de qué hablas—respondió el cínico y procedieron a sentarse con nosotros.

—Qué guardada te la tenías—acotó Matt, babeando sin dejar de escrutarla—. Una belleza como esa es para presumirla, no para esconderla.

Puse los ojos en blanco. No era la gran cosa.

—Deja esa mirada de degenerado sexual, vas a asustarla—se burló Jordan a mi lado.

—Ush, que no te estoy mirando a ti, envidioso—aleteó las manos para alejarlo y mi novio sonrió en respuesta—¿De qué planeta viene una diosa como tú? Porque no eres de este mundo, ¿verdad?

—De este mundo sí, de este continente, no—esbozó una sonrisa genuina—, soy inglesa.

Reparé entonces en el acento que compartía con Alexander, aunque el de ella era mil veces más marcado.

Claro que él conseguiría una muñequita inglesa.

Podía percibir la mirada de Alex sobre mí, pesada y avasalladora, evaluando todas mis reacciones. Tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos para no tener un ataque de histeria por los celos que me carcomían por dentro, retorciéndome las tripas. Respiré un par de veces cuando olvidé hacerlo por el dolor agudo que se asentaba en mi pecho y coloqué mi máscara de practicada impasibilidad.

—De hecho nos conocimos allá—siguió ella, recargando su cabeza en el hombro de él y flexioné mis dedos sobre la mesa para calmar las ansias que me asaltaban por darle un golpe.

¿Me expulsarían de la universidad si la arrastraba por todo el campus de su asqueroso cabello pelirrojo?

¿Por qué mierda amaba tanto a las pelirrojas? Lo había visto a lo largo de los años con otras chicas, de todos colores y sabores, pero mayormente pelirrojas. Como la cara de avestruz de Susan. ¿Qué había de atractivo en una cara manchada de pecas y una piel pálida, sonrisa perfecta, ojos preciosos, cuerpo de infarto y...?

Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora