Leah
—¡Bájame! Alex, ¡bájame ahora mismo!—intenté incorporarme sin éxito, con mi cuerpo inerte colgando como un saco de papas de su hombro por la maldita gravedad.
—No.
—¡Troglodita! ¡Salvaje! ¡Cavernícola! ¡Bestia! ¡Sem...!
Alex lanzó el suspiro de una risa.
—Impresionante que sepas tantos sinónimos de una misma palabra, pero eso no te ayudará a bajar—me acomodó sobre su hombro.
—Bájame ahora. Soy perfectamente capaz de caminar.
—Lo sé. También sé que eres perfectamente capaz de robarte mi auto y dejarme tirado aquí.
Me retorcí para liberarme por segunda ocasión; el constante rebotar de mi cuerpo estaba cansándome, pero fallé descomunalmente.
—Prometo no hacerlo, puedes confiar en mí. Maldición, ¡sólo bájame!—le asesté un golpe en la espalda para dejar en claro mi humor.
Él me regresó el gesto dándome una nalgada corta y sonora que arrancó un quejido de mi garganta por la impresión.
—Cállate, hablo en serio.
—¿Disculpa? ¿Quién te dio permiso de tocar?—inquirí, rígida por el inesperado contacto.
—Yo mismo—respondió con naturalidad y un leve toque arrogante.
—Ah, vaya—dije con sarcasmo—. Vuelve a hacerlo y voy a lastimarte.
Soltó una risita baja.
—Podría tomar el riesgo.
Su respuesta envió una llamarada que empezó en mi estómago y se concentró en mi entrepierna incluso antes de que fuera consciente de ello.
—Seguramente estás disfrutando de esto, ¿no?—pregunté con tono mordaz cuando me di cuenta de que él no iba a soltarme.
—Como no te imaginas—un claro tono de satisfacción adornaba su voz.
Levanté la cabeza buscando ubicarme y tratar de asociar las cosas que nos rodeaban. Lo único que había visto por metros había sido pavimento y más pavimento; ya sentía la presión de la sangre acumulándose en mi cabeza. Por donde quiera que mirase había camiones de carga y tráilers estacionados o en movimiento. Podía escuchar el sonoro rugir de los motores y algunos hombres gritándose cosas que no alcanzaba a comprender porque el viento las desvanecía.
Registré también a unas cuantas mujeres que se apostaban en los alrededores del motel. Algunas estaban en grupos, otras fumaban, esperando, y otras más ya tenían el prospecto de una fuente de ingresos esa noche.
‹‹¿A dónde mierda me has traído, Alex?›› Pensé ofuscada al tiempo que la infinita alfombra de asfalto concedía el lugar a un piso de azulejos de formas continuas y nada agradables.
—Quiero una habitación—demandó Alexander, estoico y con nada de sutileza.
‹‹Como todo un caballero››
El pánico comenzó a asaltarme ante el cambio de estancia, porque cualquier espectador se haría ideas erróneas al vernos entrar de esa manera: él pidiendo una habitación sin tacto, igual que un cavernícola, mientras yo permanecía anclada a su hombro como una hembra lista para ser montada.
Alguien se aclaró la garganta, aparentemente con incomodidad y sentí mis mejillas arder ante la perspectiva.
—¡Bájame!—insistí, dándole otro golpe.
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Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍAS
ChickLit《C O M P L E T A》 ‹‹Había algo extraño, atrayente y oscuramente fascinante en él›› s. Amor: locura temporal curable por el matrimonio. - Ambrose Bierce. Lo miré junto a mí en la cama y mi corazón dio un salto al tiempo que mi trasero pegaba contra...