Leah
Entré a casa cerciorándome que la sala del recibidor estuviera desierta. Cerré la puerta con suma delicadeza hasta escuchar el clic de los goznes y, con la gracia de un elefante caminando en tacones, forcé a mis entumecidas y dolorida piernas a recorrer el camino hasta la cocina para comer algo.
Eso de escabullirse por mi propia casa se estaba convirtiendo en una fea costumbre.
Los alegatos de mi estómago no dejaban de recordarme que la actividad física de las últimas horas había quemado todas las calorías que había consumido, en conjunto con mis energías.
Llegué a la cocina y abrí el refrigerador con una sonrisa de idiota plasmada en el rostro. No iba a quejarme, por supuesto; se estaba convirtiendo en mi ejercicio físico favorito.
Abstraída, tomé la caja de zarzamoras que se asomaba en uno de los estantes y engullí la primera con apetito, la segunda y tercera igual, dejándolas sobre la barra.
—Deberías decirle que no sea tan rudo contigo, no se trata de dejarte inválida.
Tardé dos segundos en salir de mi estupor y otro más en enfocar a Erik sentado en la pequeña mesa que había en la cocina, con un montón de papeles sobre la superficie y una taza a un costado.
—¿Qué?—inquirí con una sonrisa y caminando lo más natural posible para sentarme junto a él, feliz por tenerlo en casa.
Negó, divertido y volví a centrarme en calmar los alegatos del hambre.
—No sabía que Jordan era fan de los Patriots. Por las veces que hemos visto partidos juntos, pensé que era más afín a otros equipos—señaló la camiseta que vestía bajo la chaqueta de cuero.
—¿Jordan?—la pregunta salió de mi boca incluso antes de que pudiera detenerla. Lo miré con extrañeza, antes de que él enarcara las cejas sin comprender—. Oh, oh, sí—reí nerviosamente, reparando en la metida de pata tan grande que casi cometía—. No lo sé, supongo que lo es.
Continuó escudriñándome de manera extraña, hasta que hizo un mohín.
—Lo invitaré a uno de sus partidos la próxima vez entonces.
—Claro—dije con la zarzamora a mitad de camino de mi boca, rogando para mis adentros que Jordan en efecto fuera fan de los Patriots— ¿Dormiste aquí ayer?
—Sí, a diferencia de ti—se mofó y le hice una mueca burlesca.
—¿Por qué? ¿No deberías estar con Claire?
—Está con sus padres afinando los últimos detalles que le corresponden de la fiesta de compromiso y yo estoy haciendo lo mismo—señaló con un gesto de la mano el montón de facturas y papeleo que estaba desperdigado sobre la mesa—. No tiene caso estar en el departamento si ella no está, no me gusta estar solo.
—Son tan cursis—dije mordaz, molestándolo como hacía siempre que estábamos juntos—, parecen siameses.
—Por favor, poco falta para que Jordan y tú compartan la taza del baño.
—Eres asqueroso—abrí la boca con falsa indignación, dándole un golpe en el hombro a su vez y él riendo en reacción— ¿Y qué se supone que haces?
—Estoy verificando que se hayan enviado todas las invitaciones a tiempo a mi lista de invitados. La fiesta es en cuatro días y ya tengo suficiente con mamá diciendo que ajuste todo para recibir a las visitas y te juro que si papá me dice una vez que verifique el papeleo de contratación voy a volverme loco.
Reí. Nuestros padres eran así, siempre con una perfección y precaución que rozaba la paranoia.
Tomé algunos de los papeles desperdigados sobre la mesa y analicé la lista de invitados pasando las hojas.
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Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍAS
ChickLit《C O M P L E T A》 ‹‹Había algo extraño, atrayente y oscuramente fascinante en él›› s. Amor: locura temporal curable por el matrimonio. - Ambrose Bierce. Lo miré junto a mí en la cama y mi corazón dio un salto al tiempo que mi trasero pegaba contra...