Capítulo 6: Podría ser rabia.

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Alexander

Martes.

Habían transcurrido diecisiete días desde que me había follado a Leah.

Aunque había mantenido una prudente distancia por la salud mental de ambos, mi paciencia ya estaba colmándose y el tiempo que me habían concedido para entregar el dinero agotándose.

Ella continuaba partiendo el mar de estudiantes igual que Moisés cuando caminaba por los pasillos, seguía pavoneándose como la niña creída y apretada que era, riendo con su círculo de amigos y mostrándose afectuosa con Jordan, como si nada hubiera pasado entre nosotros. Como si nunca hubiésemos follado. Como si no estuviéramos casados. Como si ignorándome lograría desaparecer el problema que amenazaba con aplastarnos a ambos.

Había intentado interceptarla un par de veces desde que regresamos, pero era una maldita arpía escurridiza. Cada vez que nuestros ojos conectaban y caminaba hacia ella para hablar, salía huyendo, como si fuera la peor de sus pesadillas persiguiéndola.

Siempre que estaba a punto de atraparla, giraba en una esquina para desaparecer; cuando por fin lográbamos coincidir, nunca estaba sola y no podía solo llegar y pedir hablar sobre nuestro matrimonio, porque conociéndola, me ahorcaría allí mismo.

Era verdad, sí, necesitábamos solucionar el problema de nuestra indeseable unión lo más pronto posible, pero para mí, era más urgente resolver el problema de Rick, y para ello, necesitaba de Leah.

Si tan solo pudiera encontrarla a solas un momento...

Salí de mis cavilaciones cuando alguien dio un golpe en la parte trasera de mi cabeza y alcé la mirada para observar al idiota que me había golpeado.

— ¡Deja ya de pensar en tantos coños!—gritó Ethan alejándose de mi lugar y saliendo del aula— ¡Se te requiere en el pasillo de salchichonería, guapo!

Sonreí mordaz y le hice una grosería con el dedo, que él correspondió lanzándome un beso.

Me levanté a regañadientes para ir hasta los vestidores—léase pasillo de salchichonería según Ethan— y prepararme para el entrenamiento. En definitiva, no estaba de humor para ningún juego, pero sabía que los chicos me colgarían de los huevos desde lo más alto del asta bandera si decidía no asistir a este juego, incluso si no representaba más que eso, un entrenamiento.

Ese año todos estábamos muy determinados en ganar, y el entrenador más que nadie, a juzgar por las miradas matadoras que nos dedicaba siempre que fallábamos los lanzamientos.

Lo seguí hasta los vestidores y me resigné a pasar las próximas dos horas bajo el sol abrasador del campus.

¥

—Bonito tatuaje—mencionó Jordan una vez estuvimos de vuelta en los vestidores y me tensé de inmediato.

Mierda. Había olvidado por completo que ahora estaba marcado como una vaca.

¿Lo decía en serio, o era que ya había visto el tatuaje que tenía Leah en su tobillo y estaba controlándose para no romper mi bonita nariz?

Como si estuviera en una película de terror, me giré para encararlo y respiré aliviado cuando me di cuenta que tenía una sonrisa divertida en el rostro.

—¿Te lo hiciste en Las Vegas?—se colocó los pantalones y se dispuso a hacer lo mismo con su camiseta.

—Sí.

—Es un poco cursi, ¿no crees?—dijo con burla, pasándose una mano por el cabello castaño que estaba alborotado por la ducha—. No sabía que eras de los que se hacían ese tipo de cosas. ¿Quién tiene la otra pieza?

Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora