Capítulo 13: Leah, eres un desastre.

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Leah

—Por favor, no me toques—pedí en un susurro, con el aire atrapado en mi garganta.

—Te juro Leah, que estoy tratando de no hacerlo—dijo con voz grave antes de acortar la distancia que nos separaba para besarme.

Mi cerebro pareció apagarse en ese instante y cederle todo el control a mi cuerpo.

Su boca tomó la mía con decisión y necesidad; cualquier protesta muriendo en mi garganta en el momento en que nuestras lenguas se encontraron. Sus manos rozaron el costado de mi cintura, con mi piel hormigueando ahí por donde su tacto trazaba un camino, hasta llegar a mi trasero, estrujándolo con fuerza para acercarme más a él.

Era como si mi cuerpo hubiese adquirido nuevas terminaciones nerviosas, porque podía sentir sus manos por todas partes. Me convertí repentinamente en un manojo de sensaciones, con los instintos más primitivos y oscuros emergiendo a la superficie.

Mis manos no tardaron en acariciar su estómago, subiendo por su pecho hasta su cuello, buscando cubrir con desesperación la apabullante necesidad que me invadía desde dentro y se extendía por todas mis extremidades de tocarlo, de aprender la textura y forma de su cuerpo. Enredé mis dedos en su cabello y cuando él inclinó mi cabeza para tomar completo control, me sentí devorada de la mejor manera posible. Como si estuviese ahogándome, antes de descubrir que podía respirar debajo del agua.

Fundió un camino con su boca, húmeda y caliente por mi pómulo, hasta llegar a un lugar particularmente sensible cerca de mi oreja.

—Dios—el gemido salió claro desde lo más profundo de mi garganta cuando succionó suavemente ese espacio de piel y mis caderas se movieron en reacción, con su miembro golpeando mi vientre.

Gruñó y continuó su recorrido por mi garganta, lamiendo, besando y succionando hasta llegar al inicio de mis pechos.

Por un instante, recuperé un lapso de lucidez y me di cuenta de que aquello que estábamos haciendo estaba totalmente mal. Era jodidamente peligroso y demencial, y tal vez lo mejor ahora era parar toda aquella locura antes de llegar a un punto sin retorno y oscuro y oh. Fui despojada de la capacidad de formular pensamientos coherentes de nueva cuenta cuando él levantó el peso de uno de mis pechos y selló su boca en torno a mi pezón, circulándolo con su lengua antes de succionar.

Contuve el aire para evitar que otro gemido saliera de mi interior, pero logró escaparse de todas formas, largo y profundo desde mi garganta cuando volvió a repetir la acción con mayor ímpetu, porque aquello se sentía mucho mejor de lo que había imaginado en mis sueños más vívidos.

Respiré pesadamente cuando mordió de él gentilmente y junté mis labios en un inútil intento por callarme. Inconscientemente, empujé más su cabeza contra esa parte que recibía sus atenciones y él complació sin dilación alguna.

Esto que haces no está bien decidió intervenir mi conciencia, pero la acallé diciéndome que, esto sería solo una vez, que no volvería a repetirse.

Que era solo un capricho; una tentación a la que cedería por única ocasión para sacarlo de mi mente definitivamente.

Pero, ¿cómo algo que está mal puede sentirse tan bien?

Antes de que mi sentido común tuviera oportunidad de asomarse desde la parte más profunda de mi mente, tomé su rostro entre mis manos para volver a besarlo, con hambre desnuda y un deseo avasallador recorriéndome como fuego blanco.

Su cuerpo se sentía duro, caliente y fibroso en contraste con el mío y la sensación era fenomenal.

Podía sentir su erección entre nosotros, presionando contra la parte baja de mi vientre y en un impulso de mero lujuria y necesidad, lo tomé con mis manos, arrancándole un grave gemido. Era primitivo y carnal y su longitud se sentía dura, caliente y lista contra la palma de mi mano, que viajaba desde la punta hasta la base.

Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora