Capítulo 32: Rostros.

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Alexander

Estoy solo.

El silencio apabullante y el lugar asfixiante.

Las luces de neón fluorescentes titilando inconstantes, las paredes constriñéndose y el largo pasillo esperándome.

Mis pasos lejanos, como si me cargasen otras piernas.

Estoy buscando algo, pero no sé lo que es.

Estoy solo.

Los vellos en mi cuello se erizan y dejo de caminar para girarme. No hay nada detrás, sólo el largo pasillo desierto.

Hay algo persiguiéndome, pero no sé lo que es.

Estoy solo.

No, no solo. 

Hay gente rodeándome, caras acercándose y ojos mirándome expectantes.

Ojos de rostros que conozco. Sus nombres están cosquilleándome dentro del cerebro, pero no puedo articular, no puedo recordar.

El miedo es una emoción que me infecta con la misma rapidez de un virus y me paraliza con el peso del acero.

Todos están mirándome, sus ojos hambrientos y atentos.

Busco recordar el nombre de esos rostros, pero no puedo. Un agudo dolor punza en la base de mi cráneo. Mis párpados se sienten pesados.

El dolor se expande por mi cabeza y siento mi cuerpo volverse frío; un escalofrío naciendo en mi espalda e instalándose en las profundidades de mi mente.     

Intento desaparecerlo. Mi visión se nubla y todo se desvanece.

Estoy solo.

No, no solo.

Hay un hombre observándome atento, su barba me resulta familiar y esa sonrisa felina también.

—Buenas tardes, príncipe.

Otro escalofrío se dispara por mi cuerpo. Reconozco la raposa voz, reconozco su cara y le temo, pero no logro entender porqué.

—Levántate.

Bajo la vista. Estoy sentado sobre el frío suelo gris, pero por más que intento moverme, no puedo.

—Levántate—repite y es una amenaza. — Tienes trabajo que hacer.

—Lo sé—mi voz tensa, mis dientes chocando ante el dolor agonizante que está por aplastarme la cabeza. — Tengo trabajo que hacer. Lo haré, no lo he olvidado.

—Haremos que no lo olvides.

Es un hombre con una cicatriz que reconozco, pero su nombre se esconde dentro, muy dentro de mi mente y el dolor lacerante que me carcome el cráneo aumenta cuando intento recordarlo.

Un grito rasga el aire e inunda la atmósfera.

Mi cabeza está a nada de explotar.

Es una mujer. Es una voz que he escuchado antes.

Pero no...

Ella está en medio de ambos. El hombre de la barba y el de la cicatriz flanqueándola.

Me mira desde su altura y sé que algo no está bien. Una presión me aplasta el pecho.

Conozco esos ojos. Pero esos no son los ojos que he visto, ni los que me han visto a mí.

Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora