N/A: Les dejo este capítulo kilométrico a modo de disculpa por el retraso. ¡Disfruten!
Alexander
Febrero, 22.
—Alex.
Me removí ofuscado y enterré la cabeza aún más en la almohada para perseguir ese tenue aroma que se anclaba a la tela.
La esencia que envolvía el lugar había hecho maravillas con mi agitada mente y ahora me balanceaba sobre la agradable cresta entre el sueño y la consciencia, pero seguía exhausto.
No estaba listo para despertar. Era como si por fin hubiese encontrado esa tranquilidad que había ansiado los últimos días.
—Alex.
—No molestes, Leah—murmuré cuando insistió, como hacía algunas veces cuando quería despertarme antes de tiempo.— Necesito dormir.
Una risa corta inundó mis sentidos y me percaté, demasiado tarde, que aquella no era su risa.
—No sé qué me preocupa más, encontrarte en la cama de mi hermana o que me confundas con ella mientras estás en su cama.
Abrí los ojos de golpe y bufé cuando noté a Erik mirándome fijamente, los brazos cruzados sobre el pecho y un atisbo de entretenimiento asaltando sus facciones. El mundo real irrumpiendo inevitablemente en el fugaz santuario creado por el sueño.
—Jódete, McCartney.
Hizo una mueca extraña cuando lo llamé de esa manera, pero no le presté atención mientras me incorporaba y recuperaba poco a poco mis sentidos.
Estaba en la habitación de Leah, otra vez, y, por segunda ocasión, no tenía idea de cómo había terminado ahí. Se estaba convirtiendo en una fea costumbre despertar totalmente desorientado en ese lugar.
Quizás era mi subconsciente, buscando y aferrándose con desesperación a aquellas cosas que sabía podrían proveerle un poco de descanso para desconectarse unas horas y recuperarse del desgaste.
—Tienes suerte de que te encontrara yo y no Leo. No le habría agradado verte aquí.
Bufé y me froté el rostro para desvanecer los restos del letargo.
—Claro, porque mi único propósito en la vida es complacer a tu padre.
—Él no es mi...
—Ya lo sé—lo corté con fastidio para evitarme el mismo rollo de siempre. Erik y Leah compartían ese exasperante rasgo de repetir sin cesar las cosas que ya habían quedado claras. — Me sé de memoria ese rollo.
Frunció el ceño, ligeramente ofendido. Lo ignoré al tiempo que acomodaba el resto de las almohadas junto a la cabecera.
Una parte de mí esperó encontrársela durmiendo al otro lado de la cama y quise patearme por imbécil, por creer tan fervientemente tal cosa.
Leah no estaba ahí.
No estaba en ningún lugar, y la falta de su presencia trajo de vuelta con más viveza el dolor en el pecho, que había logrado entumecer con el sueño.
Repentinamente, me sentí enfermo.
—¿Qué haces aquí? —dije molesto al notar que no tenía motivos para despertarme.
—La pregunta es ¿qué haces tú aquí?
Me mantuve en silencio, porque no tenía una respuesta.
—Hay comida en la mesa, por si quieres bajar—musitó rindiéndose por fin.
—No tengo hambre.
—Matarte de hambre no la traerá de vuelta.
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Irresistible Error. [+18] ✔EN LIBRERÍAS
ChickLit《C O M P L E T A》 ‹‹Había algo extraño, atrayente y oscuramente fascinante en él›› s. Amor: locura temporal curable por el matrimonio. - Ambrose Bierce. Lo miré junto a mí en la cama y mi corazón dio un salto al tiempo que mi trasero pegaba contra...