Capitulo 43.

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Este capítulo es algo fuerte, si eres sensible te recomiendo que te abstengas de leerlo, y si decides leerlo lo haces bajo tu propio riesgo, por favor no denuncien mi trabajo.


Astrid doblaba su ropa y la ponía sobre la maleta de forma automática, su cuerpo estaba ahí realizando tareas, pero su mente estaba más allá, sumida en recuerdos tortuosos. El sonido del timbre la saco de su ensoñación, Astrid se levantó del suelo para ir por mas ropa a su armario, tomo entre sus manos algunos abrigos dispuesta a bajarlos de sus ganchos, pero algo llamo su atención, su vista se posó en prendas que ella incluso había olvidado como se sentían, vio las faldas con añoranza, pero su cabeza reaccionaba en automático prohibiendo que fuera por ellas, era como si Angelo estuviera a su lado diciéndole lo que podía usar y lo que no. Astrid aparto la vista de golpe, como si hubiera sido atrapada infraganti, tomo los abrigos y se dirigió a su habitación, ignorando los recuerdos que la perseguían sin cesar.

En su mente no había nada más que las palabras de Angelo diciendo que se veía como una puta con faldas, o amenazándola con lanzarla al primer hombre que viera porque según él ella se vestía como una ramera.

—No puedes seguir mandando en mi vida. —lo dijo en voz alta queriendo callar a las voces que amenazaban con volverla loca.

Y a paso firme se dirigió a su armario y tomo varias faldas entre sus manos para posteriormente meterlas en su maleta.

Una sensación extraña se alojó en su pecho, era algo semejante a la felicidad.

...



Rose se mantenía organizando su llegada a Boston, mientras de fondo escuchaba como su marido no paraba de realizar llamadas telefónicas.

Todo estaba hecho un caos para Mark pues había pedido su cambio de hospital tan rápido que los tramites eran incesantes, pero ya pronto tendría un poco de paz, solo faltaba un día para irse, en menos de veinticuatro horas estarían a bordo de un avión que los llevaría hasta otro país.

Mark dio por terminada la llamada a la vez que se dirigía con rapidez a una pila de papeles que estaba sobre una cómoda.

—Tengo que ir al hospital.

Rose se extrañó al escuchar la declaración, pues ya pasaban de las siete de la tarde.

—¿Ahora?, es tarde Mark.

—Lo sé, pero el director acaba de llegar y necesito que me firme los papeles de mi traslado para poderme ir, no sé cuánto vaya a tardar, ponle llave a la puerta mientras no estoy.

No la dejo responder, salió con urgencia de la casa.

...



El ruido del televisor inundaba la habitación, más sin embargo Rose no prestaba atención en este, sus pensamientos inundaban su cabeza aunado a la preocupación por su marido, ya eran poco más de las nueve de la noche y no daba señales, ni una llamada, ni un mensaje.

Rose salió de la habitación con dirección a la cocina, caminaba entre las penumbras, al entrar a la cocina un escalofrió recorrió su columna al ver la puerta de cristal que daba al patio entreabierta, su cuerpo entero se congelo por unos instantes que le supieron a horas, el impulso de correr a verificar a su hija se hizo presente y Rose estaba por echarse a correr cuando una voz a sus espaldas la congelo.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora