Astrid caminaba apresurada por las calles, su cuerpo estaba cubierto por un pijama de algodón en color beige, calzaba unas pantuflas color blanco en forma de vaca. Toda su vestimenta delataba que recién se había levantado, y así fue.
Ayer había conciliado el sueño entre fantasías de una relación normal, una donde Angelo la respetara y amara, de una forma que no doliera, de una forma donde su piel no sangrara ni se magullara, claro que esas eran meras fantasías.
Al levantarse encontró en su celular un correo de un desconocido, al abrirlo se encontró con fotos de su novio atado y golpeado, no lo pensó dos veces y salió con rapidez de su casa, yendo directo a la de Angelo.
Cada minuto que pasaba hacia caer mucho más a Astrid en el abismo de la desesperación. Ella necesitaba comprobar el estado en que Angelo se encontraba, solo así estaría tranquila.
Tocaba con desesperación el timbre, incapaz de controlarse por los nervios, sus uñas se encajaban en la piel de sus palmas, generando dolor.
La puerta fue abierta por el ama de llaves, no lucia contenta.
—Señorita...
Astrid no la dejo terminar la oración, pues se apresuró a subir las escaleras, ignorándola, no era intencional aquella actitud grosera, pues ella estaba tan desesperada por asegurarse de que Angelo estuviera bien, que no le importaba nada.
Abrió la puerta con el corazón latiendo con una rapidez que Astrid creyó que se saldría de su pecho.
A cada paso que daba en dirección a la cama donde estaba Angelo, sentía que vomitaría en cualquier momento, los nervios le estaban haciendo una mala jugada.
Llego a donde él estaba acostado, se arrodillo en el suelo para poder estar a su altura, sus labios temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el estado en que estaba, Astrid en realidad estaba aliviada de verlo ahí, aun cuando su rostro estaba terriblemente magullado, para Astrid era mejor verlo en esa condición, que verlo en un féretro.
Sus manos temblaron al querer tocar su lastimado rostro. Con dedos temblorosos acaricio su mandíbula, con toda la delicadeza posible, para no lastimarlo.
—¿Qué te sucedió, mi amor? — susurro Astrid.
La fémina se sobresaltó cuando Angelo comenzó a removerse en la cama, despertando en el proceso.
Angelo se sentó en la cama soltando quejidos de dolor, todo el cuerpo le dolía, pero el dolor estaba más presente en cierta marca que ahora adornaba su cuerpo.
No se percató de la presencia de Astrid, hasta que esta tomo su mano, tratando de alguna forma de consolarlo.
—¿Qué haces aquí? — su voz se escuchaba pastosa.
—Recibí un email con fotos donde estabas golpeado ¿Qué te sucedió Angelo?
Angelo observo los ojos cristalizados de Astrid, y supo que era ese el momento idóneo para comunicarle lo que tendría que hacer.
—Mi amor, ven conmigo, tu presencia me hace sentir mejor.
Al instante Astrid se situó a su lado en la cama, tomando su mano y dándole ligeras caricias.
—Tienes que escucharme con atención, no te exaltes, ni me interrumpas hasta que termine de hablar.
>>Hice algo estúpido, muy estúpido, le robe mercancía a un narcotraficante, el descubrió que fui yo, y ahora está reclamando lo que es suyo, él fue quien dio la orden para que me golpearan, necesito pagarle de alguna forma o me matara, Astrid tienes que ayudarme, no puedes dejar que me maten.
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Abismo [borrador]
General Fiction¿Que tan profundo caerías por amor? La pacífica vida de Astrid da un giro brusco a la llegada de su vecino, quien era el prospecto perfecto, esa clase de chico que ves en las películas y aspiras a un día tener. Era todo lo que Astrid podía desear:...