El colegio católico al que asistía Astrid se descontrolada un poco cada inicio de clases, mayormente por los nuevos alumnos quienes querían explorar todo por su cuenta y eso volvía locas a las monjas encargadas de guardar el orden de los pasillos.
Este sería el primer año que cursaría Astrid, estaba sumamente nerviosa por conocer a nuevas personas, los inicios de clases en nuevas escuelas solían ser un tormento para Astrid quien era bastante tímida, para suerte de ella Stella también estaba en primer año, junto a ella.
David cursaba el segundo año y Angelo cursaba el último año, estar lejos de Angelo también la tenía con los nervios de punta, su cabeza la atormentaba con la idea de que Angelo conociera a otra persona y la abandonara a ella.
Stella por su lado no paraba de parlotear sobre lo maravilloso que sería esa nueva etapa para ambas, el crecer era algo que añoraba Stella, al contrario de Astrid quien le aterraba crecer y tener que independizarse, Astrid no sabía estar sola, le aterraba la soledad y sentía que si no tenía a alguien a su lado se asfixiaría, un trauma causado por el abandono de su madre, los diferentes psicólogos con los que asistió le diagnosticaron Trastorno de personalidad dependiente, fueron meses de terapias pero ninguna surtía efecto y Astrid les rogó a sus padres para que ya no la hicieran ir más, y estos accedieron, creyendo que no sería un gran problema.
Stella quien ya había visitado el colegio antes guió a Astrid hasta llegar al enorme auditorio donde habían hileras de sillas de acuerdo a el grado correspondiente, apenas se ubicaron en sus asientos Astrid buscó con la mirada a Angelo y lo vio conversando animadamente con un chico que estaba a su lado.
Angelo solía ser silencioso e incluso antipático, pero atraía a las personas de una manera extraordinaria, era como si Angelo tuviera cierto magnetismo que te atrapaba de inmediato.
Estando complacida de ver a Angelo, Astrid comenzó a prestar atención a la charla que mantenía Stella con una morena que estaba a su lado, Stella era sumamente sociable y eso beneficiaba a Astrid ya que los amigos que Stella hacía también se convertían en amigos o conocidos de Astrid.
Cuando la mayoría de los estudiantes estuvieron presentes en el auditorio el director inició su discurso, en el cual enaltecía a su institución y sus maestros, duró cerca de una hora y media en el cual varios estudiantes quedaron dormidos, incluso Astrid quien siempre trataba de ser centrada y la mejor alumna posible no pudo evitar el llegar a cabecear un par de veces a causa del sueño causado por el aburrido discurso.
—Así que ahora vayan y hagan sentir orgullosos a sus padres ¡Bienvenidos a este nuevo año escolar!.— el entusiasmo del director daba el efecto contrario al deseado, resultaba irritante en lugar de contagioso.
—Joder, es la persona más emocionada que he visto por el regreso a clases.– Stella caminaba a su lado, tranquila, sin preocuparse de que alguien la hubiese escuchado.
Astrid sonrió un poco para agregar.— Le pagan por esto, debe de estar feliz de tener su salario de nuevo.
—Eso es cierto, ahora vayamos al aula antes de que nos quieran cerrar la puerta en la cara.
Continuaron caminando por el ancho pasillo, la construcción constaba de tres pisos, un piso por grado y debido a que el auditorio se ubicaba en el primer piso, por lo cual no tuvieron que caminar mucho para llegar al aula.
236 B.
Estaba escrito sobre una placa dorada, ubicada en la puerta de cedro, dentro de esta se apreciaba bastante ruido proveniente de dentro del salón, la mayoría de los estudiantes eran completos extraños, pero eso no era un impedimento para hacer amigos de manera rápida.
Stella abrió la puerta de manera estrepitosa, los chicos que causaban el alboroto de detuvieron de golpe al escuchar el ruido de la puerta, pero al ver que solo era una chica más la ignoraron para seguir con su alboroto.
Stella y Astrid se acomodaron sobre las butacas de en medio, Astrid le gustaba estar en ese lugar, el fondo del salón era demasiado ruidoso y al frente tenias toda la atención, lo que hacía que Astrid se sintiera tímida.
Unos pocos minutos después de haberse sentado, entro una mujer de mediana edad, a simple vista parecía estar por entrar en sus cuarenta, vestía un traje tipo sastre con una falda de tubo que llegaba a sus rodillas de color gris, el saco también era de color gris, con botones en dorado y llegaba a inicios de su cadera, debajo del saco lucía una simple blusa entallada blanca, su cabello de color café iba recortado hasta sus hombros y unos lentes con marco blanco se ubicaban en sus ojos.
El salón entró en un silencio sepulcral, interrumpido por el sonido de sus tacones al caminar hasta el escritorio, todos la veían esperando cualquier movimiento o acción de su parte, ella se limitaba a mirarlos y tratar de grabar sus rostros en su cabeza.
—Buenos días.– su voz era autoritaria, firme, desprendía seguridad por cada poro de su piel.— Me presentó, mi nombre es Margaret, pueden llamarme Mar, yo seré su maestra de historia por este año, espero y nos llevemos bien.– se podían observar rostros aliviados de que ella no fuese una dictadora como su imagen lo mostraba.— Debido a que aún no me entregan la lista de alumnos, ni los temas a tratar, dedicaremos esta clase a presentarnos.
—La maestra Margaret es un amor, te lo juro, es súper amable.– Stella había quedado encantada con la maestra de historia y no podía evitar el contárselo a David quien la escuchaba atentamente mientras comía lo que le dieron en la cafetería.
—Mi maestro de cálculo es un tirano, nos puso a hacer ecuaciones y literalmente rompió la hoja de un pobre chico mientras profería insultos hacia él, el chico parecía que lloraría en cualquier momento.– acomodó sus lentes tratando de olvidar el espectáculo que ofreció el imbecil de su maestro.
Astrid se mantenía en silencio, había ocasiones que no hablaba por un largo rato, le gustaba escuchar a los demás hablar.
Vio con extrañeza el como sus amigos dejaron de hablar para mirarla a ella, o mejor dicho detrás de ella, Astrid se giró para ver qué había llamado tanto la atención de sus amigos y se encontró a Angelo viéndola fijamente con una sonrisa.
—Hola hermosa.– le dio un pequeño beso de boca cerrada para después sentarse a su lado.— ¿Como te fue?.
Astrid aún no se acostumbraba a sus demostraciones de afecto y más estando sus amigos ahí.
—Me fue bien. ¿A ti como te fue?.
—Excelente, me reencontré con viejos amigos. De hecho ellos quieren conocerte.
Astrid miraba a Angelo con sorpresa de que le hablara de ella a sus amigos, quería conocerlos si eso complacería a Angelo, pero se sentía mal de dejar abandonados a sus amigos. Miro a Stella y esta comprendió rápido su miedo.
—Ve, nos encontraremos en el salón de clases.– le molestaba un poco el que Angelo se la llevara pero no podía presionar a Astrid, lo que ella necesitaba era apoyo y ella se lo dio.
—De acuerdo, nos vemos en el salón de clases, adiós David.– se marchó tomada de la mano de Angelo, quien la guió a una mesa llena de hombres y algunas cuantas chicas.
Los amigos de Angelo eran agradables, a pesar de que hacían algunas bromas de humor negro que le desagradaban a Astrid, pero si eso quería Angelo, lo harían, soportaría a sus amigos y a sus bromas desagradables. "Solo será por hoy, mañana estaré con mis amigos", se decía a si misma, pero lo que no sabía era que incluso sus amistades controlaría Angelo.
Me alegra poder traerles un nuevo capituló, es algo corto pero espero que les guste, aquí ya estamos entrando a otra etapa que espero y disfruten.
Acabo de publicar un nuevo libro, trata sobre mafia y amor gay, si les interesa la pueden encontrar en mi perfil.
Los amo y gracias por leer.💗
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Abismo [borrador]
General Fiction¿Que tan profundo caerías por amor? La pacífica vida de Astrid da un giro brusco a la llegada de su vecino, quien era el prospecto perfecto, esa clase de chico que ves en las películas y aspiras a un día tener. Era todo lo que Astrid podía desear:...